Un domingo de esas de cañas
largas que se juntan con el atardecer quedé con unos amigos en el Bar Juventud,
allí empezábamos ronda vespertina ya “remuaos” y repeinainos.
En el interior risas, un
amigo que salía me dice – Ahí está tu padre y tío Máximo que se van a
“jincar” unos sol y sombras a costa de unos pardillos –
Entro ya casi sabiendo lo
que el par de ellos iban a hacer. Y lo primero que veo es a Máximo copa en mano
y haciendo unos aspavientos
– Que no pueooooo Juan, que
no pueooooo – Decía el tunante.
Y Juan le decía – Arriba compadre, que no se diga que nos
tumban estos muchachos –
Y Máximo hacia muecas y
garraspeaba tapándose la nariz. Mientras tanto los muchachos reían creyendo que
no sería capaz de beber la copa. ¡Madre que confundidos estaban dios mío!
Y se la bebió de un trago,
no sin hacer aspavientos como si se hubiera tragado un gato. Entonces Juan le
guiñó el ojo y le dijo – Que “flojón” eres Máximo ¿A que no eres capaz de
beberte otra?
Máximo hizo un gesto
diciendo como que no, y los mozalbetes pusieron otra copa…y agarró la copa y
empezó a decir:
– Aaaaaayyyyyyyyyy que
esfuerzo señor –
Volvía a taparse la nariz, a
retorcer el hocico, a cerrar los ojos y hala, pa dentro. Los mozalbetes reír,
pero ellos a los suyo.
Máximo me guiñó el ojo, ya
sabía por dónde iban. Entonces dijo.
– No pruebes esto Juan, que
está mu malo y no es pa nosotros –
Ahora le tocaba el turno a
Juan que comenzó a agarrarse la cabeza y guiñando el ojo a Máximo exclamó:
– San Blas Bendito protege a
estos pobrecitos –
Otra copa puesta y ahora
Juan empezó el repertorio de muecas, hacía como que tosía y le dolía la
barriga. Pero la copa fue pa dentro.
Otra, otra, empezaron los
muchachos, ya casi no le dio tiempo a llegar y Juan se la escurrió de un trago.
Entonces empezaron a reír los dos y se dirigieron a los mozalbetes dándoles una
lección, y es que ellos intentaron burlarse de unos “viejos” creyendo que no
eran capaces de beberse unas copas y estos ya venían curtidos y eran de buen
“tragaero”.
– Cuando quieran los palomos
echamos otra ronda – Dijo Máximo.
Y mi padre se quitó el
sombrero e hizo una reverencia. Y se fueron “enjilando” para otro bar y los
otros salieron escaldados y sin perras.