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Los Negritos de San Blas "Tradición Centenaria"

miércoles, 4 de noviembre de 2020

De cómo tío Juan “Palotero” y tío Máximo “Malajeta” bebieron unos sol y sombras a cuenta de unos palomos

Un domingo de esas de cañas largas que se juntan con el atardecer quedé con unos amigos en el Bar Juventud, allí empezábamos ronda vespertina ya “remuaos” y repeinainos.

En el interior risas, un amigo que salía me dice – Ahí está tu padre y tío Máximo que se van a “jincar” unos sol y sombras a costa de unos pardillos –

Entro ya casi sabiendo lo que el par de ellos iban a hacer. Y lo primero que veo es a Máximo copa en mano y haciendo unos aspavientos

– Que no pueooooo Juan, que no pueooooo – Decía el tunante.

Y Juan le decía  – Arriba compadre, que no se diga que nos tumban  estos muchachos –

Y Máximo hacia muecas y garraspeaba tapándose la nariz. Mientras tanto los muchachos reían creyendo que no sería capaz de beber la copa. ¡Madre que confundidos estaban dios mío!

Y se la bebió de un trago, no sin hacer aspavientos como si se hubiera tragado un gato. Entonces Juan le guiñó el ojo y le dijo – Que “flojón” eres Máximo ¿A que no eres capaz de beberte otra?

Máximo hizo un gesto diciendo como que no, y los mozalbetes pusieron otra copa…y agarró la copa y empezó a decir:

– Aaaaaayyyyyyyyyy que esfuerzo señor –

Volvía a taparse la nariz, a retorcer el hocico, a cerrar los ojos y hala, pa dentro. Los mozalbetes reír, pero ellos a los suyo.

Máximo me guiñó el ojo, ya sabía por dónde iban. Entonces dijo.

– No pruebes esto Juan, que está mu malo y no es pa nosotros –

Ahora le tocaba el turno a Juan que comenzó a agarrarse la cabeza y guiñando el ojo a Máximo exclamó:

– San Blas Bendito protege a estos pobrecitos –

Otra copa puesta y ahora Juan empezó el repertorio de muecas, hacía como que tosía y le dolía la barriga. Pero la copa fue pa dentro.

Otra, otra, empezaron los muchachos, ya casi no le dio tiempo a llegar y Juan se la escurrió de un trago. Entonces empezaron a reír los dos y se dirigieron a los mozalbetes dándoles una lección, y es que ellos intentaron burlarse de unos “viejos” creyendo que no eran capaces de beberse unas copas y estos ya venían curtidos y eran de buen “tragaero”.

– Cuando quieran los palomos echamos otra ronda – Dijo Máximo.

Y mi padre se quitó el sombrero e hizo una reverencia. Y se fueron “enjilando” para otro bar y los otros salieron escaldados y sin perras.