En
este capítulo empiezo con un artículo aparecido en el periódico Nuevo Día el 17
de enero de 1928. A continuación en varios resúmenes y recopilaciones de
artículos, podemos saber más sobre las anécdotas, las historias y las peripecias
de los montehermoseños en el mercado en Plasencia que he ido recogiendo en
cientos de entrevistas realizadas desde hace 20 años y recogidas en el proyecto
de investigación “Diálogos para la
Historia”.
1. Montehermoso:
su presente y su porvenir (artículo publicado en el periódico Nuevo Día el 17
enero 1928)
2. Datos
y curiosidades sobre los montehermoseños y montehermoseñas en el mercado en
Plasencia
3. Sobre
la incomunicación de Montehermoso
4. El
comercio y los viajes de las montehermoseñas
5. Los
montehermoseños en el Mercado de Plasencia
6. Historias
y peripecias de los montehermoseños en el mercado en Plasencia
Intereses
provinciales
Montehermoso:
su presente y su porvenir
Cuando
contemplo a esos valientes y sufridos labriegos de Montehermoso, inundando
todos los martes nuestra ciudad, medito en lo que ese pueblo será en el día en
que, saliendo de la incomunicación actual, pueda suplir sus pacientes bestias
de carga por la tracción mecánica para el fácil transporte de sus productos
ricos y variados.
Y
entonces cuando los poderosos camiones rujan sobre los puentes del Jerte y el
Alagón, será cosa digna de admiración y júbilo contemplar a las duras e
intrépidas montehermoseñas, tan lindas, esbeltas y recatadas, permaneciendo en
su hogar y dedicadas a lo que más les interesa: la educación y la vigilancia de
su prole y el trajinar fecundo dentro de la casa.
¡Hoy
no pueden realizarlo, las infelices!...Ese aislamiento brutal y vergonzoso en
que vive, desde que el mundo es mundo, el honrado pueblo, les obliga a cultivar
sus predios y a acudir al mercado, arrostrando a la naturaleza en todas las
estaciones, sin pensar en el termómetro, y siempre ¡siempre en pos de sus
bestias, cargadas hasta el pescuezo inexorablemente.
No
pocas veces, esas mujeres admirables, ya famosas en España, nos traen a sus
retoños de la edad más tierna, medio envueltos entre el pimentón y asomando en
las alforjas sus caritas ya curtidas, bajo el gorro multicolor y
abigarrado…Arriban a la ciudad en la noche del lunes y, en tanto que disponen
su mercancía en el puesto que les asigna el municipal de turno, el hijito amado
queda junto a un poste, bien envuelto entre las pesadas mantas y chupándose los
dedos con indiferencia enternecedora…
Ellas
van y vienen, tasan y discurren, forman sus tertulias junto a los costales y
con sus gorros artísticos, su negro pañolón cubriendo media faz, sus cortas
faldas y sus brazos ocultos en el “gasu-peto”, producen al escaso turismo de
nuestras tierras un asombro y una estupefacción inenarrables…
Esas
mujeres montehermoseñas han servido, por su belleza y su indumentaria, por su
soltura y su garbo, de modelo a los artistas más eximios y los más sabios
pinceles se han recreado en sus esbelteces y colorines.
Todo
esto es, aparentemente, poesía, belleza, originalidad y arte; pero en el en el
fondo, es una realidad que entristece y acongoja y aunque lo lamentas en los
artistas y el turismo, sería de desear que, andando el tiempo y en plazo breve,
el pueblo de Montehermoso, abierto a la corriente y con fácil salida por los
cuatro rumbos y en especial con
Plasencia, que es y será siempre su centro de gravitación, se transformase de
modo tal que sus hijas, casadas y casaderas, pudieran saborear un día y otro
día las delicias del hogar y el calor de los llares, al cuidado de sus hijos y
sin la terrible preocupación de correr tras el mulo y de la carga, vadear los
ríos y enfrontarse con los horrores de la canícula, con la crudeza de los
cierzos y con las terribles inclemencias invernales…
En
el día en que Montehermoso deje de estar incomunicado, acaso desaparezcan la
falda corta y el gorrillo vistoso de sus mujeres; pero tened por seguro que,
dado las riquezas variadas de sus predios y la laboriosidad de sus hijos, ese
pueblo será un legítimo orgullos de la región extremeña, como fervientemente y
por ser justicia lo deseamos.
M.
Revilla Castán
Periódico Nuevo Día. Diario de la
Provincia de Cáceres, 17 de enero de 1928
Datos
y curiosidades sobre los montehermoseños y montehermoseñas en el mercado en Plasencia
Siempre se habló de que la incomunicación ha sido el
motivo de que Montehermoso conservar tan arraigadas sus costumbres y
tradiciones, pero obviamos algo, y es que esto era algo muy común en varios
pueblos de Extremadura. Por otro lado el comercio de los montehermoseños
abarcaba hasta Portugal, zonas de la provincia de Ávila y Salamanca. También de
pueblos de las Comarcas cercanas, Hurdes, Sierra de Gata, Tierras de
Granadilla, Jerte, La Vera, El Ambroz y la ciudad de Coria, etc.
Por
tanto, más que la incomunicación, lo que realmente contribuyó a la conservación
del folclore, fiestas, costumbres y tradiciones populares, era la idiosincrasia
de sus gentes, el arraigo y pertenencia a un sentimiento colectivo que
respetaron y cuidaron de generación en generación.
Sobre la incomunicación de Montehermoso
1 Yo no
creo que fuera el motivo de conservar tradiciones, había más pueblos
incomunicados como el nuestro. Además hay constancia de que los montehermoseños
viajaban a Bejar, Baños de Montemayor a vender peces y a comprar paños, a las
Hurdes y Sierra de Gata a cambiar o vender productos. También iban a El Payo a
vender patatas y a Navasfrias y Fuenteguinaldo. Y por supuesto acudían cada
martes al mercado de Plasencia.
1 “La historia a través de la indumentaria tradicional. Origen, mitos y leyendas en torno a la gorra de Montehermoso”. Conferencia en la I Jornada sobre Indumentaria Tradicional de Extremadura.
El comercio y los viajes de las
montehermoseñas
2 Hay que recordar que los modelos que se realizaban antiguamente en Montehermoso eran iguales a los de otras zonas de Extremadura y otras provincias de España. Sombreros de cama de liebre redondos y gorras de casquete bajo, con poco parecido al modelo actual que creo Ana García Ruano. Las montehermoseñas debido al exito de las gorras, iban a comprar paja trenzada a las mujeres de Aceituna, donde varias de ellas se dedicaban a trenzar pajas para las gorreras de Montehermoso, que las compraban a las mujeres de este pueblo que se encuentra a pocos kilómetros de distancia. También nos encontramos que en algunos pueblos de Ávila antiguamente iban a comprar trenzas de paja de centeno para elaborar sus originales gorras. Esto se producía en la época en la que la industria de la confección de las gorras en Montehermoso era un negocio floreciente y al no tener suficiente centeno sembrado, optaban por ir a comprar la paja ya trenzada.
2 “Aportación a la memoria histórica de la indumentaria tradicional de Montehermoso”. Memoria histórica de Plasencia y las Comarcas, 2019. https://montehermosocultural.blogspot.com/2019/11/aportacion-la-memoria-historica-de-la_65.html.
Los montehermoseños en el Mercado de
Plasencia
3 Los
paisanos que tenían pequeñas huertas en las Vegas del Alagón y en las
inmediaciones del pueblo, acudían cada martes al mercado de Plasencia a vender
sus productos, atravesaban el río por los diferentes vados y cuando el caudal
subía lo cruzaban en La Barca situada en El Galapagar.
Algunos
montehermoseños, principalmente hombres, salían por la tarde después de comer y
cargar la mercancía. Muchos tenían que ir andando porque no podían montar, ya
que solían llevar los serones cargados con las verduras, hortalizas o la fruta
de la temporada. Los productos más delicados los llevaban encima, caso de las
lechugas, pimientos o tomates, y las sandias, melones y ajos abajo, cuyas
“ristres” eran muy apreciadas en el mercado. En otras ocasiones utilizaban para
el transporte banastas, cestas y también llevaban sacos. En verano las
caballerías iban con cajas llenas de deliciosas brevas o higos en mitad del
aparejo.
Cuando
se juntaba un grupo, iniciaban el camino contando anécdotas e historias
antiguas para hacer más llevadero el camino. Los más jóvenes conversaban entre
ellos sobre las mozas que pretendían, la familia de la pretendiente, y la disposición
que podrían tener los padres a que se emparejaran con sus hijas.
Una de
las historias más curiosas relacionadas con los viajes de los montehermoseños a
Plasencia es la de “Tía Matea Galana”, que se vestía como un hombre y se ponía
un cigarro en la boca. Esto lo hacía para que no la conocieran, ya que temía
que, al ser mujer, pudieran hacerle daño o meterse con ella. Cuentan los
testimonios que cuando se encontraba de noche con alguien en el camino solía
poner una voz fuerte y varonil y con el cigarro en la boca decía “Buenas
noches”. Con el paso del tiempo la gente se enteró de esta circunstancia y
luego la esperaban para que viajara con el grupo y le decían “Venga vamos
Matea” y entonces empezó a viajar tranquila.
Al
pasar Carcaboso, a la altura del actual cruce de Pradochano, cogían una trocha
(atajo) que salía a la izquierda, para luego más adelante llegar hasta una
laguna. Pasaban dejando a su derecha el Camino de Los Pajares de San Pedro, la
Dehesa de San Pedrillo El Raso y la Dehesa de Berrocalillo. Y a su izquierda,
San Pedrillo de Arriba y la Dehesa de Los Palacios.
Luego
cogían otra trocha hasta el Puente de San Lázaro y desde allí a La Puerta de
Coria para llegar a la plaza. Ya bien entrada la noche descargaban la mercancía
y dormían en mantas o sacos, utilizando muchas veces los serones como
improvisado colchón. Por la mañana se lavaban la cara en los bares y después de
un café, un buen trago de aguardiente para soportar el duro día que se les
venía encima.
Con el
paso del tiempo dejaron de dormir en la plaza, ya que no estaba bien visto.
Aunque eran muy madrugadores y antes de “clarear” ya estuvieran arriba, a esas
horas ya había gente por la plaza. Entonces empezaron a quedarse en las
posadas, una estaba ubicada en la Plaza de Abastos, se llamaba La Cisterna,
allí dormían en mantas y sacos de paja. Durante el mercado dejaban las
caballerías en la calle Trujillo a poca distancia de la plaza.
Con el
transcurrir de los años, toda la gente que quisiera vender en el mercado tenía
que alquilar unas “romanas” para pesar la mercancía que traían. Era en alquiler
y al terminar la jornada se devolvían, esto se hacía para evitar que nadie que
vendiera en el mercado adulterara las medidas de peso.
Al
acabar el mercado, de nuevo aparejaban las caballerías y ya más ligeros de peso
podía ir montados y si el día había sido bueno, los mozos lo celebraban
cantando. No sin antes haber regado el estómago con unos tragos de vino o
aguardiente.
“Menos
mal que venían juntinos, que si no el mi hombre no llegaba a casa, porque para
una vez que vino solo, se cayó de la mula por venir un poco “pintojo” del vino
que bebió en la taberna al terminar”.
Esto
comentaba una mujer mayor sobre las peripecias de aquellos tiempos. Contaban
los placentinos que era muy habitual ver a un grupo de mujeres vestidas de
negro que se situaban en los portales del ayuntamiento. La mayoría de ellas
eran viudas que vendían huevos y que se reunían juntas para viajar hasta
Plasencia.
3 “Los montehermoseños en el cuadro "Extremadura. El Mercado” de Joaquín Sorolla”. https://montehermosocultural.blogspot.com/2017/10/los-montehermosenos-en-el-cuadro-el_26.html
Historias y peripecias de los montehermoseños en el mercado en Plasencia
Siempre he destacado el respeto y aprecio que
los placentinos tenían por la gente de Montehermoso, toda la gente con la que
me entrevisté me hablaban en general del buen trato, y me contaban algunas
historias vividas y otras que le contaron sus antepasados.
Los señores y las señoras de Plasencia nos
trataban con mucho respeto. Al llegar al puesto nos daban los buenos días con
mucha educación y compraban sin regatear precio.
En alguna ocasión dejaban propina a alguna
viuda, sobre todo si la venta no había sido buena a causa del mal tiempo.
También a los niños les regalaban algunas golosinas.
Una
mujer viuda de Plasencia que tenía muchos hijos iba siempre a comprar a última
hora y con escaso dinero que tenía cogía un “poquino” de fruta y verdura.
Cuando una montehermoseña desde su puesto observó su conducta varios días de
mercado, la llamó y le llenó la cesta con productos que fue recogiendo de los
otros paisanos y paisanas que se apiadaron de aquella pobre mujer. “Somos pobres (le dijo la montehermoseña) y
hemos pasado muchas calamidades, no tenemos mucho, pero usted tiene menos y
muchas bocas que alimentar”. En una ocasión aparte de llenarle la cesta, le
dieron peces y un buen trozo de tocino cuando se enteraron de que estaba
enferma con una buena pulmonía y era el hijo mayor el que venía con otro más
pequeño a hacer la compra.
“Después de venir aquel pintor con barbas
a Plasencia (se referían a Joaquín Sorolla), cada dos por tres venía un
retratista (fotógrafo) que les pedía sacar una foto a las mujeres, a lo que se
quejaban en algunas ocasiones porque tenían que estar mucho rato quietas y no
podían vender nada, y claro, en los retratos no había ganancia” .
“Vinieron varios pintores a hablar con las
mujeres, querían siempre que se pusieran las mejores ropas y la gorra más
nueva. Si quieres que te cante, la
gallina por delante. Esa fue la contestación que se llevó alguno (la
gallina se refería al dinero). Alguno las
pintaban tal y como estaban con la ropa de diario.
Más de
un fotógrafo quedó impresionado por
la belleza y lozanía de aquellas recatadas montehermoseñas ataviadas con aquel
traje y aquella original gorra de paja de centeno. “Huy madre, más de un fotógrafo se quedó embobado mirando a las
mujeres. A las viudas les costaba posar porque para ellas eso era un poco
vergonzoso, ellas eran honestas y decentes. Eso era más cosa de las solteras”.
En una
ocasión un fotógrafo le dijo a una mujer que se quitara el pañuelo de la cara
para hacerle una foto, creyendo que era una mujer mayor. Al descubrirse se
quedó tan deslumbrado por su belleza, que se le cayó el foco para sacar la
foto. A otra mujer vestida de negro le pidieron otro día que se quitará el
pañuelo para verle la moña, a lo que la mujer se negaba en principio, pero que
gracias a la intermediación de otras mujeres hizo. Al terminar le dijeron “Gracias por todo señora”, a lo que ella
respondió entre risas “de señora nada,
señorita y moza lozana”. Las mujeres que estaban al lado rieron a
carcajadas, tanto que hasta los portales retumbaban.
El
municipal de turno se encargaba de colocar a los vendedores en los puestos, y a
las viudas, la mayoría de ellas hueveras, las ponían todas juntas junto a los
portales. Juntas estaban vendiendo, y juntas venían a Plasencia y así se
marchaban al pueblo al terminar la jornada.
Al mercado llevaban frutas, verduras y
hortalizas de temporada, todos los productos de la huerta y pequeñas fincas se
aprovechaban y se recogían para la venta y así poder ganar unas perras para
sacar adelante a la familia. A veces iban por otros pueblos lejanos y si no
había dinero de por medio, hacían intercambio. Berzas, lechugas o pimientos por
granadas, nueces o castañas.
Los
niños sentados en las alforjas, las aguaderas o los serones, mirando el
rebullicio de gente en el mercado. En los días que había mucha crecida se
quedaban con algún familiar o conocido. Cuando vadeaban el río de noche con la
luna llena reflejada en el agua, decían que parecía un queso. Siempre gastaban
alguna broma para hacer más llevadero el cruzar el río. Los había que lo
cruzaban en la Barca junto a sus caballerías.
Los
montehermoseños eran recios, nobles y valientes, hombres de piel curtida y
manos fuertes, acostumbrados a las penurias del campo. En los duros días de
invierno, no faltaba el trago de aguardiente para entrar en calor. Tío Jacinto
Sartén era muy popular, siempre se ponía al lado de los campanilleros de la
familia Iglesias, que también eran muy conocidos en Plasencia y los pueblos de
alrededores.
Las
montehermoseñas también eran muy trabajadoras, nobles y valientes, bueno, si
cabe mucho más todavía, porque al trabajo del campo se unía la ardua tarea de
criar a los hijos. Algunos ejemplos como tía Rafaela Garrido o tía Marcelina Domínguez,
sin olvidar a tía Matea Galana que era una mujer fuerte y valiente y cada
martes acudía sin faltar al mercado en Plasencia. - ¿No
tiene miedo al camino? – (le dijo en una ocasión un señor al verla como
descargaba la mercancía ella sola). - Quien
se atreva a ponerme una mano encima o intentar robarme algo le rompo el
pescuezo -. Esa fue la contestación que se llevó.
Ya
para terminar, os contaré que en una ocasión un forastero que vino a Plasencia muy trajeado y con
gran bigote, al ver descargar la mercancía se acercó a un
grupo de mujeres en plan guasón y les dijo -
Pobres bestias, lo que pasaran en el camino, espero que les den bien de comer
luego - Las mujeres lo miraron sorprendidas y enojadas, ya que ellas a sus
bestias (mulos, caballos y burros) los trataban con mucho cariño, ya que era su
único medio de transporte, por lo que una le dio una buena contestación. - Estas bestias son nobles y fuertes, y
comen hierba y heno hasta tupirse. Además están mejor alimentadas que usted,
que está muy gareto (delgado), transio (mustío) y descolorio -. No dijo más
el trajeado con bigote y salió pitando que perdía el culo ante la risa de todos
los presentes.
Nos esperan más capítulos y más historias que iré desvelando con más tiempo y detenimiento.
Sobre
las andanzas y las historias de los montehermoseños y montehermoseñas en los
días de mercado en Plasencia he hablado en varias ocasiones en diversas charlas
y conferencias en Cáceres, Plasencia y Montehermoso. También escribí varios
artículos “Los montehermoseños en el
cuadro Extremadura. El Mercado de Joaquín Sorolla” que aparece en el
catálogo editado con motivo de la exposición “Extremadura en la mirada de
Sorolla. 1917-2017”. Museo de Cáceres, Junta de Extremadura. 2017. “Lazos culturales y comerciales entre la
ciudad de Plasencia y Montehermoso. Aportes históricos desde mediados del siglo
XIX”. Memoria histórica de Plasencia y las Comarcas, 2018. “Los montehermoseños en el cuadro
“Extremadura. El Mercado” de Joaquín Sorolla” en mi Blog Montehermoso
Cultural. http://montehermosocultural.blogspot.com/2017/10/los-montehermosenos-en-el-cuadro-el_26.html.
“Aportación a la memoria histórica de la
indumentaria tradicional de Montehermoso”. Memoria histórica de Plasencia y
las Comarcas, 2019. https://montehermosocultural.blogspot.com/2019/11/aportacion-la-memoria-historica-de-la_65.html.
“La historia a través de la indumentaria
tradicional. Origen, mitos y leyendas en torno a la gorra de Montehermoso”.
Conferencia en la I Jornada sobre Indumentaria Tradicional de Extremadura.
Montehermoso, 2 de febrero de 2019.
Aparte
de otras publicaciones en redes sociales en los que hablaba de las peripecias y
aventuras de la noble y valiente gente de mi pueblo Montehermoso en una época
difícil y de comunicaciones complicadas.
BIBLIOGRAFÍA
Sánchez Alcón, Juan Jesús
“Los montehermoseños en el cuadro “Extremadura. El Mercado” de Joaquín
Sorolla”. Extremadura en la mirada de Sorolla 1917- 2017. REGIONAL DE
EXTREMADURA, EDITORA.
Sánchez Alcón, Juan Jesús
“Lazos culturales y comerciales entre la ciudad de Plasencia y Montehermoso.
Aportes históricos desde mediados del siglo XIX”. Memoria histórica de
Plasencia y las Comarcas, 2018, pp. 121-146.
Sánchez Alcón, Juan Jesús
“Los montehermoseños en el cuadro “Extremadura. El Mercado” de Joaquín
Sorolla”. http://montehermosocultural.blogspot.com/2017/10/los-montehermosenos-en-el-cuadro-el_26.html
Sánchez Alcón, Juan Jesús “Aportación a la memoria histórica de la indumentaria tradicional de Montehermoso” I Jornadas de Indumentaria Tradicional en Monthermoso. https://montehermosocultural.blogspot.com/2019/11/aportacion-la-memoria-historica-de-la_65.html