domingo, 4 de febrero de 2018

Extremadura en la mirada de Sorolla, 1917-2017. Memoria de una exposición

Juan Manuel Valadés en la inauguración de la exposición acompañado por la alcaldesa de Cáceres, doña Elena Nevado, la Secretaria General de Cultura, doña Miriam García Cabezas y el director general de Bibliotecas, Museos y Patrimonio Cultural, don Francisco Pérez Urban.

Durante el año 2017, que prácticamente acaba de finalizar, el Museo de Cáceres ha ofrecido a sus visitantes la que sin duda puede calificarse como la exposición temporal más importante de los últimos años, si no lo es de toda su larga historia. En efecto, 2017 ha sido también el año del centenario del Museo de Cáceres, de modo que puede decirse que hemos celebrado por todo lo alto ambas efemérides.

Personalmente, me he ocupado durante años de mostrar el fundamental papel desempeñado por Joaquín Sorolla en la fijación del traje regional extremeño, la elección de la indumentaria montehermoseña como modelo aceptado del atuendo regional y la creación de la tradición inventada de la gorra como elemento definitorio del estado civil de la mujer en esta localidad. Mis primeros trabajos publicados sobre este tema datan de 1993, y desde entonces he venido refiriéndome a ello en distintas publicaciones científicas.

La idea de celebrar el centenario de la estancia de Sorolla en Extremadura con una exposición sobre estas cuestiones en el Museo de Cáceres surgió el 26 de noviembre de 2016, precisamente en Plasencia, cuando departíamos amigablemente con colegas museólogos venidos de otros puntos de España y de Portugal para el VI Encuentro de la plataforma transfronteriza “Mouseion”, que se celebró en el Complejo Santa María con la brillante organización del Museo Etnográfico Textil “Pérez Enciso”.

En aquella primera conversación, honradamente, nos planteamos pedir para Cáceres la exposición itinerante “Sorolla tierra adentro”, que el Museo Sorolla había comenzado a llevar a diferentes museos españoles durante el año 2016. Sin embargo, pronto comprendimos que la ocasión merecía un esfuerzo por nuestra parte, tanto más cuanto que la mencionada exposición apenas incluía alguna obra relacionada con Extremadura. Y lo que nosotros queríamos era conmemorar la estancia del artista valenciano en nuestra región y la profunda huella que dejó en el arte extremeño y en la manera de ser representada la forma de vestir tradicional en esta tierra.

Llegada de los cuadros de la exposición al Museo

Rápidamente comenzamos las primeras gestiones para conformar un equipo de trabajo capaz de conseguir el objetivo propuesto. Aunque lo intuíamos, por entonces no teníamos constancia de que el Ayuntamiento de Plasencia se había propuesto también llevar a cabo una exposición en ese mismo sentido; en ese momento no se habían dirigido a nosotros para explorar la posibilidad de unir esfuerzos, como tampoco lo habían hecho en 2016 con motivo del centenario de Vicente Paredes, en que se perdió una buena ocasión de llevar a Plasencia parte de su legado que se conserva en el Museo de Cáceres.

Entre las primeras medidas que tomó el equipo técnico del Museo encargado de la exposición, entonces formado por los conservadores Ana García Martín y José Miguel González Bornay, además de quien esto firma, fue pergeñar una lista aproximada de las obras que deberían estar en la exposición. Teníamos claro que, descartada la idea de traer de Nueva York el original de la obra de Sorolla, no sólo por lo que hubiera costado, sino sobre todo porque ya estuvo en España en 2009 y la Hispanic Society no hubiera accedido al préstamo, teníamos que centrar nuestros esfuerzos en conseguir que en nuestra exposición se reunieran, por vez primera desde 1917, los tres cuadros preparatorios que Sorolla pintó en Plasencia y el que así mismo elaboró su colaborador Santiago Martínez. No fue nada fácil averiguar el paradero de todos ellos, ni tampoco convencer a sus propietarios de la idea de desprenderse de sus cuadros durante un periodo de más de un mes. A pesar de todo, ya el 27 de enero salieron por correo las solicitudes dirigidas a los dueños de la “Vista de Plasencia” y de “Retrato de la Marcelina” acompañadas de un documentado “Facility Report” en que el Museo expone sus condiciones de conservación, seguridad y manipulación para tranquilidad de los propietarios.

Montaje del cuadro de La Marcelina de Joaquín Sorolla

Nuestra intención fue siempre que la muestra no fuera sólo una exposición artística, sino que queríamos abordar otros temas, cómo se gestó el cuadro “El mercado”, cuáles fueron las impresiones que Sorolla recibió de Extremadura o cuál fue la impronta que dejó en nuestra región. Por ello, contamos desde el principio con excelentes colaboradores para la redacción del catálogo de la exposición y la selección de las obras a exponer; me refiero a Roberto Díaz Pena, autor de una magnífica tesis doctoral sobre Sorolla y la fotografía, excelente conocedor de la obra del artista valenciano y de su implicación con la fotografía, que para nuestra suerte es actualmente compañero en el Centro de Artes Visuales Helga de Alvear de Cáceres, y por supuesto me refiero también a mi amigo Juan Jesús Sánchez Alcón, autor de este blog entre otras muchas cosas, la persona que mejor conoce y puede hablar sobre Montehermoso y sus tradiciones, y por tanto el más indicado para reconstruir la parte montehermoseña del cuadro de Sorolla, que a fin de cuentas iba a ser lo más esencial de la exposición. Con Roberto y Juan Jesús tuvimos una memorable reunión de trabajo en Montehermoso, en la que quedó establecido el esquema de lo que iba a ser el catálogo con los textos de ellos dos, más el del autor de estas líneas.

Quiso también la suerte que el 27 de febrero apareciese por el Museo un artista británico afincado en España, Daniel Davies Llewellyn, hoy ya nuestro amigo. Ese día, la periodista Paula Almonacid hablaba en nuestro museo sobre “El traje de Montehermoso: de Sorolla a la pasarela Cibeles”, y Daniel se encontraba en Cáceres tomando imágenes para su proyecto en el que sigue los pasos de Sorolla cien años después. Nos habló de sus fotografías y nos encandiló de tal manera que le pedimos contar con algunas de ellas para la exposición y con un texto suyo que finalmente se incluyó en el catálogo.

Minucioso trabajo el que se llevó a cabo para garantizar en las mejores condiciones la exposición de las obras, bocetos, cartas y fotografías.

Gracias al excelente conocimiento que Roberto Díaz tiene de la colección del Museo Sorolla, el 24 de febrero ya solicitábamos a ese museo madrileño una amplia relación de 32 fotografías, 26 dibujos, 3 bocetos y 5 cartas autógrafas de Sorolla, que formarían la esencial parte documental de la exposición, gracias a la cual han podido verse en Cáceres por vez primera los estudios a lápiz y los gouaches que le sirvieron para la obra final, así como un buen número de fotografías inéditas de cómo eran Plasencia, Mérida y Cáceres en 1917. Para esas fechas, también habían dado fruto nuestras pesquisas y, una vez localizados los propietarios de la obra “Piara de cerdos” de Sorolla y “Retrato de montehermoseña” de Santiago Martínez, les remitimos nuestra solicitud de préstamo recibiendo una excelente acogida.


A primeros de marzo, cuando comprendimos que el Ayuntamiento placentino enfocaba sus actuaciones del año Sorolla hacia otros derroteros, solicitamos a la Diputación Provincial de Cáceres el préstamo temporal de tres obras fundamentales de Juan Caldera, “Un mercado en Plasencia”, “Esperando al galán” y “La huevera”, cuadro que en realidad pertenece al Museo de Cáceres aunque está depositado en el Museo Pedrilla. Nuestra idea de ir detallando la huella de Sorolla en el arte extremeño se completó con la inclusión en la muestra de una obra de José Morales también sobre el mercado de Plasencia, que es propiedad de nuestro Museo, y con un retrato de montehermoseña de Eulogio Blasco, que pertenece a un particular cacereño. Así mismo, todo el equipo de coordinación de la muestra consideró esencial incluir cuatro fotografías de sus tipos de Montehermoso del fotógrafo José Ortiz Echagüe, y como no queríamos traer una copia moderna o una réplica digital, solicitamos las fotografías, positivos originales de Echagüe fechados en 1933, al Museo del Traje de Madrid, que también nos respondió muy satisfactoriamente. De esa manera, y tras las gestiones administrativas necesarias, a finales de mayo ya teníamos cerrada la lista de obras que figurarían en la exposición y concedidos todos los préstamos solicitados. Esto no hubiera sido posible si nuestro proyecto no se hubiera caracterizado por la seriedad y la profesionalidad, si no hubiéramos dispuesto de un museo dotado de las más fiables medidas de seguridad y si no hubiéramos tenido en todo momento el apoyo económico de la Secretaría General de Cultura de la Junta de Extremadura, que puso a nuestra disposición todos los recursos disponibles para que la exposición se llevara a cabo y fuera todo un éxito.

Durante el verano, llevamos adelante diferentes trámites necesarios para la exposición, como la contratación del seguro “clavo a clavo” para todas las obras elegidas y la contratación de la empresa que había de encargarse del transporte y el montaje de la muestra. Al mismo tiempo, gestionamos los permisos necesarios para publicar las fotografías que ilustraron el catálogo, tuvimos que pedirlos a la Hispanic Society of America, donde nuestro amigo Patrick Lenaghan nos dio todas las facilidades, y también a la Universidad de Navarra, la Biblioteca Nacional y Visual Entidad de Gestión de Artistas Plásticos (VEGAP). Cuando tuvimos todos los permisos pudimos por fin contratar la edición del catálogo con una imprenta de Cáceres, gracias también a que todos los autores de los textos respondieron magníficamente con la entrega de los mismos en las fechas previstas.


A primeros de septiembre ya estaba prácticamente culminada la organización de la muestra, pero ya nos dimos cuenta de que iba a ser una ocasión irrepetible en la vida de este Museo y que nuestro público merecía lo mejor de nosotros en este proyecto. Por ello, la Secretaría General de Cultura hizo un esfuerzo extraordinario para asegurar la apertura de la exposición también en horario de tardes, algo que normalmente no hacemos por falta de medios. En paralelo, y desde el inicio del proyecto, la responsable del Departamento de Educación del Museo, Cristina Rojo Domínguez, había estado formando a nuestros guías voluntarios para las visitas guiadas que estaban programadas y había creado actividades con talleres destinadas a los escolares y a los adultos que visitarían la muestra.

Durante el referido mes de septiembre, el propietario de “La Marcelina” nos confirmó que había accedido a prestar su obra al Ayuntamiento de Plasencia durante la semana siguiente a la finalización de nuestra exposición, lo que nos hizo cambiar nuestros planes de devolución de las obras, que ya estaban trazados desde el mes anterior. El 22 de septiembre mi amigo Fernando Talaván me comunicaba que el Ayuntamiento placentino quería contactar con los propietarios de los otros cuadros para solicitarles su préstamo; dado que éstos habían reclamado el anonimato, tanto La Dirección General de Patrimonio Cultural como quien esto firma les trasladamos, por dos veces, la intención de la ciudad de Plasencia, pero finalmente los propietarios prefirieron no acceder al préstamo y mantener las fechas previstas de devolución de las obras. No obstante, la prensa mencionó que el Museo no había accedido a prestar las obras al Ayuntamiento, lo que no es cierto en absoluto.


Entre el 28 de septiembre y el 3 de octubre fueron llegando al Museo las obras prestadas para la exposición; acompañadas por nuestra conservadora Ana García, vinieron desde Asturias, Cantabria, Andalucía y Madrid. Era emocionante la llegada y el desembalaje de los cuadros, pero sobre todos ellos, nunca olvidaré la impresión que sentí cuando emergió el retrato de “La Marcelina” de la caja en que había viajado desde su punto de origen. El cuadro, como las demás obras de Sorolla, volvía a Extremadura cien años después, pero para mí era como un viejo amigo al que hacía mucho tiempo que no veía; desde su embalaje, y luego al colgarla, Marcelina me hablaba con los ojos y casi podría asegurar que ella y su autor, se alegraban del retorno, aunque fuera por sólo un mes y medio. Posteriormente, pasaríamos unas memorables jornadas durante la fase del montaje, departiendo con las compañeras venidas del Museo Sorolla y del Museo del Traje como correos de sus obras, que culminó con la llegada de Daniel Davies la misma víspera de la inauguración, trayendo personalmente sus fotografías; cada desembalaje era como un cariñoso reencuentro.

Llegó el gran día de la inauguración, el 11 de octubre, con asistencia de la Secretaria General de Cultura y de la alcaldesa de Cáceres; cuánto nos hubiera gustado contar también con el alcalde de Plasencia, y así se lo hicimos saber, pero no le fue posible su asistencia. Con nuestra sala de exposiciones llena a rebosar, hicimos un primer recorrido con las autoridades y nos dimos cuenta desde el primer momento de que la muestra funcionaba muy bien y respondía a lo que habíamos querido contar, qué vio Sorolla en Extremadura, por qué eligió Plasencia y por qué el cuadro “El mercado” es como es, y sobre todo, qué enorme huella dejó el genial artista valenciano en nosotros mismos, los extremeños, a la hora de representarnos simbólicamente como pueblo, como puede apreciarse en la obra de artistas posteriores, como Ortiz Echagüe, Juan Caldera, Eulogio Blasco o José Morales. La prensa regional y nacional se hizo amplio eco de la exposición, algo realmente infrecuente cuando se trata del Museo de Cáceres, Radio 5 emitió una entrevista que resume el espíritu de la muestra, a la que se puede acceder en este enlace y Canal Extremadura TV también le dedicó unos minutos en su programa Muévete.

Intervención de Roberto Díaz Pena en el ciclo de conferencias con el tema “Joaquín Sorolla y la gestación plástica de “Extremadura. El mercado”.

También el catálogo nos dio una gran satisfacción, no sólo por la calidad de sus textos, muy acertados en la explicación de todos los contenidos de la muestra, sino también por el excelente resultado final, fruto de un gran trabajo de Ana García Martín, de los autores de los textos y de la imprenta encargada. No hace falta decir que se vendieron numerosos ejemplares durante el mes y medio que duró la muestra, y gracias a los intercambios que el Museo mantiene con bibliotecas, universidades y museos de toda España y del extranjero, hoy puede consultarse en más de trescientos centros públicos de referencia.

A lo largo de la exposición, entre el 11 de octubre y el 26 de noviembre, fue constante la llegada de los visitantes. Los colegios se agolpaban para traer a sus alumnos e incluso teníamos lista de espera para poder recibirlos; las visitas guiadas que programábamos, gracias al excelente y desinteresado trabajo de los guías voluntarios se sucedían sin descanso y los talleres para escolares y adultos se desarrollaron con gran éxito. En total, 23.869 personas desfilaron por la exposición, llegándose a registrar colas para el acceso a la sala, algo sin precedentes en nuestro museo. También el 18 de octubre recibimos la visita del Presidente de la Junta de Extremadura, D. Guillermo Fernández Vara, que no quiso perderse la exposición y nos acompañó con gran interés por las obras expuestas y por el sentido de la muestra.

Intervención de Juan Manuel Valadés Sierra en el ciclo de conferencias con el tema “El papel de Sorolla en la fijación del traje regional extremeño”.

Uno de los eventos fundamentales desarrollados a lo largo de la muestra fue el miniciclo de conferencias que ofrecimos en el Museo el día 9 de noviembre, en el que Roberto Díaz Pena, Juan Jesús Sánchez Alcón y un servidor tuvimos oportunidad de exponer el fruto de nuestras investigaciones sobre cada uno de los aspectos abordados en los textos del catálogo. Roberto nos ilustró maravillosamente sobre “Joaquín Sorolla y la gestación plástica de Extremadura. El mercado, Juan Jesús nos trajo la palpitante historia montehermoseña en su charla “Los montehermoseños en el cuadro Extremadura. El mercado’ de Joaquín Sorolla”, y quien esto escribe centró su intervención sobre “El papel de Sorolla en la fijación del traje regional extremeño”.

Pero como en esta vida nada dura para siempre, llegó el 26 de noviembre y la exposición quedó clausurada; atrás quedaban meses de trabajo, de planificación, de tareas administrativas, de escritura y reescritura de guiones, textos y comentarios de las obras, de tareas de montaje y conservación, de preparación de talleres, visitas guiadas, atención a grupos y a la prensa, pero todo estuvo bien empleado para lograr el objetivo de ofrecer a todos los extremeños, y al resto de visitantes, un documentado y emocionado recuerdo de la visita que Sorolla nos hizo en 1917 y su posterior eco en nuestra cultura.

Intervención de Juan Jesús Sánchez Alcón en el ciclo de conferencias con el tema “Los montehermoseños en el cuadro “Extremadura. El mercado’ de Joaquín Sorolla”

Entre el 27 y el 29 de noviembre las obras fueron volviendo a sus destinos de origen, a manos de sus generosos propietarios, sin quienes hubiera sido imposible el proyecto. “La Marcelina” tuvo una semana más para disfrutar de la compañía de los extremeños en su estancia en el Ayuntamiento de Plasencia, y el 28 de noviembre, el Ayuntamiento de la ciudad inauguraba en la Plaza Mayor la muestra “Sorolla en Plasencia en torno a El Mercado”, con grandes lonas con fotografías de una serie de obras. Muchas de las fotografías de esas obras habían sido tomadas directamente de los originales en la sala del Museo de Cáceres durante nuestra exposición gracias a nuestra colaboración, aunque eso no se mencionó ni tampoco tuvimos la honra de ser invitados a la inauguración de la muestra.

En fin, la exposición “Extremadura en la mirada de Sorolla. 1917-2017” ha pasado ya a la historia del Museo de Cáceres como la que probablemente sea la más importante de su larga trayectoria, y como la mejor manera de celebrar nuestros primeros cien años de existencia; ha marcado un hito en la vida cultural de la región y nos ha deparado gran cantidad de maravillosas experiencias que sólo de una manera pálida y parcial creo haber logrado reflejar en estas líneas.

Juan M. Valadés Sierra
Director del Museo de Cáceres


Juan Manuel Valadés Sierra, Director del Museo de Cáceres y Juan Jesús Sánchez Alcón con algunas de las obras de la exposición. El cuadro "Mercado de cerdos", la reproducción del cuadro "El Mercado", el cuadro "Vistas de Plasencia" con la Catedral y el puente de Trujillo...y debajo a la izquierda con el cuadro de "La Marcelina". La modelo es Marcelina Domínguez Garrido, todos ellos de Joaquín Sorolla. Abajo a la derecha el cuadro "Campesina de Montehermoso" de Santiago Martínez Martín (discípulo y ayudante de Sorolla), la modelo es Matilde Galindo Carpintero. Un gran recuerdo de mi visita a la exposición.


Fotografías cortesía de José Vidal Lucia Egido y Museo de Cáceres



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