Juan Manuel Valadés en la inauguración
de la exposición acompañado por la alcaldesa de Cáceres, doña Elena Nevado, la
Secretaria General de Cultura, doña Miriam García Cabezas y el director general
de Bibliotecas, Museos y Patrimonio Cultural, don Francisco Pérez Urban.
Durante el año
2017, que prácticamente acaba de finalizar, el Museo de Cáceres ha ofrecido a
sus visitantes la que sin duda puede calificarse como la exposición temporal
más importante de los últimos años, si no lo es de toda su larga historia. En
efecto, 2017 ha sido también el año del centenario del Museo de Cáceres, de
modo que puede decirse que hemos celebrado por todo lo alto ambas efemérides.
Personalmente,
me he ocupado durante años de mostrar el fundamental papel desempeñado por
Joaquín Sorolla en la fijación del traje regional extremeño, la elección de la
indumentaria montehermoseña como modelo aceptado del atuendo regional y la
creación de la tradición inventada de la gorra como elemento definitorio del
estado civil de la mujer en esta localidad. Mis primeros trabajos publicados
sobre este tema datan de 1993, y desde entonces he venido refiriéndome a ello
en distintas publicaciones científicas.
La idea de
celebrar el centenario de la estancia de Sorolla en Extremadura con una
exposición sobre estas cuestiones en el Museo de Cáceres surgió el 26 de
noviembre de 2016, precisamente en Plasencia, cuando departíamos amigablemente
con colegas museólogos venidos de otros puntos de España y de Portugal para el
VI Encuentro de la plataforma transfronteriza “Mouseion”, que se celebró en el
Complejo Santa María con la brillante organización del Museo Etnográfico Textil
“Pérez Enciso”.
En aquella
primera conversación, honradamente, nos planteamos pedir para Cáceres la
exposición itinerante “Sorolla tierra adentro”, que el Museo Sorolla había
comenzado a llevar a diferentes museos españoles durante el año 2016. Sin
embargo, pronto comprendimos que la ocasión merecía un esfuerzo por nuestra
parte, tanto más cuanto que la mencionada exposición apenas incluía alguna obra
relacionada con Extremadura. Y lo que nosotros queríamos era conmemorar la
estancia del artista valenciano en nuestra región y la profunda huella que dejó
en el arte extremeño y en la manera de ser representada la forma de vestir
tradicional en esta tierra.
Llegada de los cuadros de la exposición al Museo
Rápidamente
comenzamos las primeras gestiones para conformar un equipo de trabajo capaz de
conseguir el objetivo propuesto. Aunque lo intuíamos, por entonces no teníamos
constancia de que el Ayuntamiento de Plasencia se había propuesto también
llevar a cabo una exposición en ese mismo sentido; en ese momento no se habían dirigido
a nosotros para explorar la posibilidad de unir esfuerzos, como tampoco lo
habían hecho en 2016 con motivo del centenario de Vicente Paredes, en que se
perdió una buena ocasión de llevar a Plasencia parte de su legado que se
conserva en el Museo de Cáceres.
Entre las
primeras medidas que tomó el equipo técnico del Museo encargado de la
exposición, entonces formado por los conservadores Ana García Martín y José
Miguel González Bornay, además de quien esto firma, fue pergeñar una lista
aproximada de las obras que deberían estar en la exposición. Teníamos claro
que, descartada la idea de traer de Nueva York el original de la obra de
Sorolla, no sólo por lo que hubiera costado, sino sobre todo porque ya estuvo
en España en 2009 y la Hispanic Society no hubiera accedido al préstamo,
teníamos que centrar nuestros esfuerzos en conseguir que en nuestra exposición
se reunieran, por vez primera desde 1917, los tres cuadros preparatorios que
Sorolla pintó en Plasencia y el que así mismo elaboró su colaborador Santiago
Martínez. No fue nada fácil averiguar el paradero de todos ellos, ni tampoco
convencer a sus propietarios de la idea de desprenderse de sus cuadros durante
un periodo de más de un mes. A pesar de todo, ya el 27 de enero salieron por
correo las solicitudes dirigidas a los dueños de la “Vista de Plasencia” y de
“Retrato de la Marcelina” acompañadas de un documentado “Facility Report” en
que el Museo expone sus condiciones de conservación, seguridad y manipulación
para tranquilidad de los propietarios.
Montaje del cuadro de La
Marcelina de Joaquín Sorolla
Nuestra
intención fue siempre que la muestra no fuera sólo una exposición artística,
sino que queríamos abordar otros temas, cómo se gestó el cuadro “El mercado”,
cuáles fueron las impresiones que Sorolla recibió de Extremadura o cuál fue la
impronta que dejó en nuestra región. Por ello, contamos desde el principio con
excelentes colaboradores para la redacción del catálogo de la exposición y la
selección de las obras a exponer; me refiero a Roberto Díaz Pena, autor de una
magnífica tesis doctoral sobre Sorolla y la fotografía, excelente conocedor de
la obra del artista valenciano y de su implicación con la fotografía, que para
nuestra suerte es actualmente compañero en el Centro de Artes Visuales Helga de
Alvear de Cáceres, y por supuesto me refiero también a mi amigo Juan Jesús
Sánchez Alcón, autor de este blog entre otras muchas cosas, la persona que mejor
conoce y puede hablar sobre Montehermoso y sus tradiciones, y por tanto el más
indicado para reconstruir la parte montehermoseña del cuadro de Sorolla, que a
fin de cuentas iba a ser lo más esencial de la exposición. Con Roberto y Juan
Jesús tuvimos una memorable reunión de trabajo en Montehermoso, en la que quedó
establecido el esquema de lo que iba a ser el catálogo con los textos de ellos
dos, más el del autor de estas líneas.
Quiso también
la suerte que el 27 de febrero apareciese por el Museo un artista británico
afincado en España, Daniel Davies Llewellyn, hoy ya nuestro amigo. Ese día, la
periodista Paula Almonacid hablaba en nuestro museo sobre “El traje de
Montehermoso: de Sorolla a la pasarela Cibeles”, y Daniel se encontraba en
Cáceres tomando imágenes para su proyecto en el que sigue los pasos de Sorolla
cien años después. Nos habló de sus fotografías y nos encandiló de tal manera
que le pedimos contar con algunas de ellas para la exposición y con un texto
suyo que finalmente se incluyó en el catálogo.
Minucioso trabajo el que se llevó
a cabo para garantizar en las mejores condiciones la exposición de las obras,
bocetos, cartas y fotografías.
Gracias al
excelente conocimiento que Roberto Díaz tiene de la colección del Museo
Sorolla, el 24 de febrero ya solicitábamos a ese museo madrileño una amplia
relación de 32 fotografías, 26 dibujos, 3 bocetos y 5 cartas autógrafas de
Sorolla, que formarían la esencial parte documental de la exposición, gracias a
la cual han podido verse en Cáceres por vez primera los estudios a lápiz y los
gouaches que le sirvieron para la obra final, así como un buen número de
fotografías inéditas de cómo eran Plasencia, Mérida y Cáceres en 1917. Para
esas fechas, también habían dado fruto nuestras pesquisas y, una vez
localizados los propietarios de la obra “Piara de cerdos” de Sorolla y “Retrato
de montehermoseña” de Santiago Martínez, les remitimos nuestra solicitud de
préstamo recibiendo una excelente acogida.
A primeros de
marzo, cuando comprendimos que el Ayuntamiento placentino enfocaba sus
actuaciones del año Sorolla hacia otros derroteros, solicitamos a la Diputación
Provincial de Cáceres el préstamo temporal de tres obras fundamentales de Juan
Caldera, “Un mercado en Plasencia”, “Esperando al galán” y “La huevera”, cuadro
que en realidad pertenece al Museo de Cáceres aunque está depositado en el
Museo Pedrilla. Nuestra idea de ir detallando la huella de Sorolla en el arte
extremeño se completó con la inclusión en la muestra de una obra de José
Morales también sobre el mercado de Plasencia, que es propiedad de nuestro
Museo, y con un retrato de montehermoseña de Eulogio Blasco, que pertenece a un
particular cacereño. Así mismo, todo el equipo de coordinación de la muestra
consideró esencial incluir cuatro fotografías de sus tipos de Montehermoso del
fotógrafo José Ortiz Echagüe, y como no queríamos traer una copia moderna o una
réplica digital, solicitamos las fotografías, positivos originales de Echagüe
fechados en 1933, al Museo del Traje de Madrid, que también nos respondió muy
satisfactoriamente. De esa manera, y tras las gestiones administrativas
necesarias, a finales de mayo ya teníamos cerrada la lista de obras que
figurarían en la exposición y concedidos todos los préstamos solicitados. Esto
no hubiera sido posible si nuestro proyecto no se hubiera caracterizado por la
seriedad y la profesionalidad, si no hubiéramos dispuesto de un museo dotado de
las más fiables medidas de seguridad y si no hubiéramos tenido en todo momento
el apoyo económico de la Secretaría General de Cultura de la Junta de
Extremadura, que puso a nuestra disposición todos los recursos disponibles para
que la exposición se llevara a cabo y fuera todo un éxito.
Durante el
verano, llevamos adelante diferentes trámites necesarios para la exposición,
como la contratación del seguro “clavo a clavo” para todas las obras elegidas y
la contratación de la empresa que había de encargarse del transporte y el
montaje de la muestra. Al mismo tiempo, gestionamos los permisos necesarios
para publicar las fotografías que ilustraron el catálogo, tuvimos que pedirlos
a la Hispanic Society of America, donde nuestro amigo Patrick Lenaghan nos dio
todas las facilidades, y también a la Universidad de Navarra, la Biblioteca
Nacional y Visual Entidad de Gestión de Artistas Plásticos (VEGAP). Cuando
tuvimos todos los permisos pudimos por fin contratar la edición del catálogo
con una imprenta de Cáceres, gracias también a que todos los autores de los
textos respondieron magníficamente con la entrega de los mismos en las fechas
previstas.
A primeros de
septiembre ya estaba prácticamente culminada la organización de la muestra,
pero ya nos dimos cuenta de que iba a ser una ocasión irrepetible en la vida de
este Museo y que nuestro público merecía lo mejor de nosotros en este proyecto.
Por ello, la Secretaría General de Cultura hizo un esfuerzo extraordinario para
asegurar la apertura de la exposición también en horario de tardes, algo que
normalmente no hacemos por falta de medios. En paralelo, y desde el inicio del
proyecto, la responsable del Departamento de Educación del Museo, Cristina Rojo
Domínguez, había estado formando a nuestros guías voluntarios para las visitas
guiadas que estaban programadas y había creado actividades con talleres
destinadas a los escolares y a los adultos que visitarían la muestra.
Durante el
referido mes de septiembre, el propietario de “La Marcelina” nos confirmó que
había accedido a prestar su obra al Ayuntamiento de Plasencia durante la semana
siguiente a la finalización de nuestra exposición, lo que nos hizo cambiar
nuestros planes de devolución de las obras, que ya estaban trazados desde el
mes anterior. El 22 de septiembre mi amigo Fernando Talaván me comunicaba que
el Ayuntamiento placentino quería contactar con los propietarios de los otros
cuadros para solicitarles su préstamo; dado que éstos habían reclamado el
anonimato, tanto La Dirección General de Patrimonio Cultural como quien esto
firma les trasladamos, por dos veces, la intención de la ciudad de Plasencia,
pero finalmente los propietarios prefirieron no acceder al préstamo y mantener
las fechas previstas de devolución de las obras. No obstante, la prensa mencionó
que el Museo no había accedido a prestar las obras al Ayuntamiento, lo que no
es cierto en absoluto.
Entre el 28 de
septiembre y el 3 de octubre fueron llegando al Museo las obras prestadas para
la exposición; acompañadas por nuestra conservadora Ana García, vinieron desde
Asturias, Cantabria, Andalucía y Madrid. Era emocionante la llegada y el
desembalaje de los cuadros, pero sobre todos ellos, nunca olvidaré la impresión
que sentí cuando emergió el retrato de “La Marcelina” de la caja en que había
viajado desde su punto de origen. El cuadro, como las demás obras de Sorolla,
volvía a Extremadura cien años después, pero para mí era como un viejo amigo al
que hacía mucho tiempo que no veía; desde su embalaje, y luego al colgarla,
Marcelina me hablaba con los ojos y casi podría asegurar que ella y su autor,
se alegraban del retorno, aunque fuera por sólo un mes y medio. Posteriormente,
pasaríamos unas memorables jornadas durante la fase del montaje, departiendo
con las compañeras venidas del Museo Sorolla y del Museo del Traje como correos
de sus obras, que culminó con la llegada de Daniel Davies la misma víspera de
la inauguración, trayendo personalmente sus fotografías; cada desembalaje era
como un cariñoso reencuentro.
Llegó el gran
día de la inauguración, el 11 de octubre, con asistencia de la Secretaria
General de Cultura y de la alcaldesa de Cáceres; cuánto nos hubiera gustado
contar también con el alcalde de Plasencia, y así se lo hicimos saber, pero no
le fue posible su asistencia. Con nuestra sala de exposiciones llena a rebosar,
hicimos un primer recorrido con las autoridades y nos dimos cuenta desde el
primer momento de que la muestra funcionaba muy bien y respondía a lo que habíamos
querido contar, qué vio Sorolla en Extremadura, por qué eligió Plasencia y por
qué el cuadro “El mercado” es como es, y sobre todo, qué enorme huella dejó el
genial artista valenciano en nosotros mismos, los extremeños, a la hora de
representarnos simbólicamente como pueblo, como puede apreciarse en la obra de
artistas posteriores, como Ortiz Echagüe, Juan Caldera, Eulogio Blasco o José
Morales. La prensa regional y nacional se hizo amplio eco de la exposición,
algo realmente infrecuente cuando se trata del Museo de Cáceres, Radio 5 emitió
una entrevista que resume el espíritu de la muestra, a la que se puede acceder en
este enlace y Canal Extremadura TV también le dedicó unos minutos en su
programa Muévete.
Intervención de Roberto Díaz Pena
en el ciclo de conferencias con el tema “Joaquín
Sorolla y la gestación plástica de “Extremadura. El mercado”.
También el catálogo
nos dio una gran satisfacción, no sólo por la calidad de sus textos, muy
acertados en la explicación de todos los contenidos de la muestra, sino también
por el excelente resultado final, fruto de un gran trabajo de Ana García
Martín, de los autores de los textos y de la imprenta encargada. No hace falta
decir que se vendieron numerosos ejemplares durante el mes y medio que duró la
muestra, y gracias a los intercambios que el Museo mantiene con bibliotecas,
universidades y museos de toda España y del extranjero, hoy puede consultarse
en más de trescientos centros públicos de referencia.
A lo largo de
la exposición, entre el 11 de octubre y el 26 de noviembre, fue constante la
llegada de los visitantes. Los colegios se agolpaban para traer a sus alumnos e
incluso teníamos lista de espera para poder recibirlos; las visitas guiadas que
programábamos, gracias al excelente y desinteresado trabajo de los guías
voluntarios se sucedían sin descanso y los talleres para escolares y adultos se
desarrollaron con gran éxito. En total, 23.869 personas desfilaron por la
exposición, llegándose a registrar colas para el acceso a la sala, algo sin
precedentes en nuestro museo. También el 18 de octubre recibimos la visita del
Presidente de la Junta de Extremadura, D. Guillermo Fernández Vara, que no
quiso perderse la exposición y nos acompañó con gran interés por las obras
expuestas y por el sentido de la muestra.
Intervención de Juan Manuel
Valadés Sierra en el ciclo de conferencias con el tema “El
papel de Sorolla en la fijación del traje regional extremeño”.
Uno de los
eventos fundamentales desarrollados a lo largo de la muestra fue el miniciclo
de conferencias que ofrecimos en el Museo el día 9 de noviembre, en el que
Roberto Díaz Pena, Juan Jesús Sánchez Alcón y un servidor tuvimos oportunidad
de exponer el fruto de nuestras investigaciones sobre cada uno de los aspectos
abordados en los textos del catálogo. Roberto nos ilustró maravillosamente
sobre “Joaquín Sorolla y la gestación plástica de “Extremadura. El mercado”,
Juan Jesús nos trajo la palpitante historia montehermoseña en su charla “Los
montehermoseños en el cuadro “Extremadura. El mercado’ de Joaquín Sorolla”, y
quien esto escribe centró su intervención sobre “El papel de Sorolla en la
fijación del traje regional extremeño”.
Pero como en
esta vida nada dura para siempre, llegó el 26 de noviembre y la exposición
quedó clausurada; atrás quedaban meses de trabajo, de planificación, de tareas
administrativas, de escritura y reescritura de guiones, textos y comentarios de
las obras, de tareas de montaje y conservación, de preparación de talleres,
visitas guiadas, atención a grupos y a la prensa, pero todo estuvo bien
empleado para lograr el objetivo de ofrecer a todos los extremeños, y al resto
de visitantes, un documentado y emocionado recuerdo de la visita que Sorolla
nos hizo en 1917 y su posterior eco en nuestra cultura.
Intervención de Juan Jesús Sánchez Alcón en el ciclo de conferencias
con el tema “Los montehermoseños en el cuadro “Extremadura. El mercado’ de
Joaquín Sorolla”
Entre el 27 y
el 29 de noviembre las obras fueron volviendo a sus destinos de origen, a manos
de sus generosos propietarios, sin quienes hubiera sido imposible el proyecto.
“La Marcelina” tuvo una semana más para disfrutar de la compañía de los
extremeños en su estancia en el Ayuntamiento de Plasencia, y el 28 de
noviembre, el Ayuntamiento de la ciudad inauguraba en la Plaza Mayor la muestra
“Sorolla en Plasencia en torno a El Mercado”, con grandes lonas con fotografías
de una serie de obras. Muchas de las fotografías de esas obras habían sido tomadas
directamente de los originales en la sala del Museo de Cáceres durante nuestra
exposición gracias a nuestra colaboración, aunque eso no se mencionó ni tampoco
tuvimos la honra de ser invitados a la inauguración de la muestra.
En fin, la
exposición “Extremadura en la mirada de Sorolla. 1917-2017” ha pasado ya a la
historia del Museo de Cáceres como la que probablemente sea la más importante
de su larga trayectoria, y como la mejor manera de celebrar nuestros primeros
cien años de existencia; ha marcado un hito en la vida cultural de la región y
nos ha deparado gran cantidad de maravillosas experiencias que sólo de una
manera pálida y parcial creo haber logrado reflejar en estas líneas.
Juan M. Valadés Sierra
Director del Museo de Cáceres
Juan Manuel Valadés Sierra,
Director del Museo de Cáceres y Juan Jesús Sánchez Alcón con algunas de las
obras de la exposición. El cuadro "Mercado de cerdos", la
reproducción del cuadro "El Mercado", el cuadro "Vistas de
Plasencia" con la Catedral y el puente de Trujillo...y debajo a la
izquierda con el cuadro de "La Marcelina". La modelo es Marcelina
Domínguez Garrido, todos ellos de Joaquín Sorolla. Abajo a la derecha el cuadro
"Campesina de Montehermoso" de Santiago Martínez Martín (discípulo y
ayudante de Sorolla), la modelo es Matilde Galindo Carpintero. Un gran recuerdo de mi visita a la exposición.
Fotografías cortesía de José Vidal Lucia Egido y Museo de Cáceres
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