Estábamos jugando de noche a “esconde correa”, buscábamos donde no nos
vieran ya que nadie quería irse con un buen correazo en las nalgas. Allí
agachados escondidos estábamos unos cuantos entre el coche de Martín “Caldera”
y el coche de Miguel “Parralillo”. Allí andábamos cuando uno vino y dijo.
- Correr, correr, que en la calleja hay una pareja que están
besuqueándose. -
Madre de dios bendito, salimos todos zapeando para allá con cuidado. Allí
asomainos detrás de la casa de tía María de tío Hipólito había una pareja que
se besaban sin parar. Y de repente en la esquina un montón de cabezinas
espiando y mirando con la boca abierta.
- Se van a asfixiar. - dijo uno.
- No, porque a lo mejor respiran con la nariz. - Dijo otro.
- Si tienen las narices también juntas, estos se asfixian ya verás, que
agino me está entrando dios mío. - volvió a decir el primero.
- Seguro que cogen aire antes, como cuando se va a bucear. - Dijo otro
tan seguro de sus palabras.
- De frente no pueden, porque se chocan las narices, por eso se besan
laeros (de lado). - Ya cada uno daba su opinión. La pareja a lo suyo, sin
respirar y sin asfixiarse.
Entre tanto rebullicio sale tía María de casa y nos empieza a decir:
- Que jadeih pai judinganuh, irvuh pa otru lau. -
Esto lo digo en nuestra habla popular, porque decirlo de otra manera no
tiene gracia y ella hablaba y se expresaba así como todos nuestros mayores.
- Comu coja la vara hoy, voh vaih a dormil calientih a la cama - Se oyó a
tío Hipólito.
-
Juyan los míos - Dije yo. Y era lógico, yo era su vecino más cercano (vivía al
lado) y seguro era el primero que cobraría. Así que “juyímos” (Huimos). Y
corriendo espantamos a la pareja, mejor así respirarían ya sin problema.
A él no le hizo mucha gracia y nos levantó la mano a la altura de su cara
y la inclinó un poco en señal de “vais a cobrar”. Ella no, ella se tapaba la
cara con el pelo para que no la conociéramos, por lo poco que se le veía estaba
más colorada que un tomate. Carrera, “escondichera” y a esperar que pasará el
chaparrón y no cayera algún sopapo.
Al cabo de un tiempo y recordando tal suceso empezamos a hablar de los
novios y las novias y de las cosas que hacían (vamos, como aquellos que sabían
mucho). En esto que uno de los niños que había venido de fuera me dice:
- Y tú ¿Quién quisieras que fuera
tu novia? -
Yo los miré a todos y con los ojos y la inocencia de un niño afirmé sin
titubear.
- Yo quisiera que mi novia fuera Raquel Welch. -
Aquello desconcertó un poco a todos que me miraron con cara de asombro.
Si es que ninguno conocía a Raquel Welch, la mujer por la que bebía los
vientos. El que me lo preguntó no quedó muy contento y volvió a decirme:
- ¿Quién es esa Raquel? -
- Una actriz muy famosa que es muy guapa. - Contesté yo.
- No la conozco. - Insistió el otro.
- Normal es extranjera. - Le dije.
- Bueno, una novia extranjera que no sabe hablar como nosotros y que solo
se entiende en “Guáchiguá” - Insistió el quetecuento que ya quería sacarme de
mis casillas. Por cierto la expresión “Guáchiguá” la utilizábamos cuando
queríamos referirnos a un idioma extranjero como el inglés.
Empezó a llover, bueno mejor dicho “empezó a jarinear”. Y la conversación
seguía por los mismos derroteros y el mismo “pajoseo” hasta que me cansé y
contrataqué.
- Y tú, ¿quién quisieras que fuera la tuya? -
Se rasco la cabeza un rato para afirmar su preferencia, mientras todos lo
mirábamos.
- Mi novia quisiera que fuera Sigrid, la del Capitán Trueno. -
Mi contestación fue rápida y con buen argumento.
- Iraló él, o sea, me dices de la mi novia que es extranjera y no me
entiendo con ella. Si los novios que vimos el otro día no hablaban, solo se
besaban. Y si hace falta pa casarse ya aprendería yo el inglés.
Esa fue la primera que se llevó.
- Y otra cosa, la tu novia es vikinga y tampoco podías entenderte con
ella porque no sabes vikingo como el Capitán Trueno. Además está ya pedía y se
va a casar con él. -
Ahí no me rechistó, pero faltaba la puntilla final.
- Además, la mía es de carne y hueso, y me puedo pasear con ella aunque
esté lloviendo, tú con la tuya no, porque como es de papel, el papel cuando se
moja se estropea. -
Aquí se acabó la conversación y las risas de los demás hicieron el resto.
Solo a los pocos días en la ventana de tía Crescencia que vendía
golosinas, droguería, cuentos y revistas aparece en la portada de una de ellas
Raquel Welch y llamé a unos cuantos para que vieran a la que era la mi novia.
Pos eso, toitos con la boca abierta se quedaron y el otro no volvió a piar con
la su novia de cuento. Eso sí, cuando alguno miraba la revista más de la cuenta
ya le advertía que no se pasaran un pelo, que miraran a otra.