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Los Negritos de San Blas "Tradición Centenaria"

domingo, 29 de noviembre de 2020

Los dulces de la misa de la boda

Fotografía de la representación de una boda típica montehermoseña en el mes de mayo de 1981


Este episodio lo viví cuando acudí de niño junto a mis padres a una boda en Montehermoso, y lo recuerdo muy especialmente por aquel pantalón de cheviot que me había comprado mi madre y que no me gustaba por lo que picaba. Parece que estoy viendo a los músicos con el tambor, el acordeón y el saxofón y unos cuantos de niños que íbamos detrás de ellos diciendo - Tun tun, la boa, tun tun la boa - Nosotros reíamos y aplaudíamos con emoción, al lado unas mujeres mayores nos reñían para que nos fuéramos. - Si estamos de boa - dije yo. Fuimos a casa del novio, luego a casa de la novia y a misa. Los niños nos quedamos jugando en las afueras y subiendo en las resbaleras de la callejina.

Allí entre juego y juego un hombre con una gorra que pasaba nos recriminó estar allí y nos dijo con muy malos modales que porque no habíamos entrado en misa. - Cuando entrés tú. - Esa fue la contestación que se llevó. Y es que el hombre era poco dado a misa y se confesaba mejor en los bares con los chatos de vino.

Salen los novios, se oye el griterío de la gente, nosotros jugando a lo nuestro. Al cabo de un rato arranca la comitiva a casa del novio. La gente “remuá” (bien vestida), las mujeres avisadas a misa más discretas (aquí está la salsa de la historia) y detrás un grupo de gente de fuera que miraban sonrientes a la gente con sus cantes y su alegría desbordada. Por cierto, aquel hombre que nos mandaba a misa también venía detrás con el cigarro en la boca “daleao” (de lado o inclinado) y tocando palmas. - Ya viene caliente como un zorro (bajo los efluvios del alcohol) - dijo alguien.

Casa del novio, los músicos animan, la gente alborotada y a la puerta aparecen un grupo de personas con ricos platos de “gruñuelos” (buñuelos), rosas, ruea y “chochos” (altramuces). La gente se hace a un lado y empiezan a venir mujeres (mayores la mayoría) a coger los deliciosos manjares. Nosotros “apartainos” a un lado, ya que nuestras madres ya nos habían dicho que eso no era para coger todo el mundo. Yo miraba aquella enorme bandeja de ruea que era como de asta y me relamía de ganas, pero ya sabía que luego daban un chocolate y allí podría degustar tan delicioso manjar.

Los de fuera estaban mirando extrañados y en eso que una mujer se arranca y fue a coger unos dulces, detrás un hombre alto, muy alto y con un abrigo de paño y unas gafas cuadradas. Una mujer al verlos alzo la voz intentando pararlos.  - ¡Cheee, cheee, chee! - Esta expresión era muy popular aquí y significaba quieto, vamos que era una llamada de atención muy seria.

Ellos no se daban por aludidos y siguieron cogiendo dulces y chochos. Ya vino la mujer del Chee, chee, chee y les dijo - Ehtuh durci son pa la genti que vieni a misa la boa. - El hombre, aquel hombre alto se miró con la mujer que venía con él y no la entendieron. Otra mujer de las de fuera les dijo que ellos también habían ido a misa y que estaban de boda invitados. La mujer que no quería que cogieran los dulces volvió a lo suyo e insistía en lo mismo. Un hombre a nuestro lado reía y decía - darlih un cachinu a ehta gentita chacho -

Entonces una mujer les dijo a los de fuera que eso era una costumbre que en Montehermoso se tenía para la gente que estaba avisada a misa de la boda, pero que no acudían luego al resto de la ceremonia, que luego estaba el refresco donde tendrían oportunidad de degustar estos dulces.

Tengo la imagen de esas personas soltar los dulces con mucho cuidado y la cara de la mujer que les regañaba retorciendo el “jozico” (hocico). Y a otro hombre muy bajito decir - Dejarluh que coman algu loh probecitu, que a lo mejol vienen de lejuh y ehtán transiu. Miral que ehtí hombrí del abrigón eh mu largu y si se moh cai pai hay que llevarlu en ehparigüela -

Y arranca la comitiva ahora a casa de la novia a convidar a las invitadas a la misa de la boda de esta. Los de fuera ya estaban avisados, así que ya sabían que no podían coger los dulces. Resuenan la batería, el acordeón y el saxofón y otra vez los niños Tun, tun, la boa, tun, tun, la boa.

- Esperen, esperen - Dijo alguien a la gente de fuera, y vino con dos bolsas cargadas de dulces y chochos que ellos en su buen hacer quisieron pagar, algo que la chica que se los dio no aceptó.

Calle arriba, calle abajo con los dulces y el hombre que les decía que les dieran de comer les dijo - Yo fui a una boa fuera y pase mah jambrí que un pavu, muchu platu, muchu platu, peru mu raletu y entre tantu teneor no sabía pandi echar manu. Esu si, hoy aquí salih tupiuh de bebel y de comel, que en esu no andamuh ehcasu - Y luego “enjilaron” (tiraron) para el refresco y allí les esperaba un buen chocolate con ruea como antesala al baile y luego a la cena. Y ya para terminar decir que casi que cobro (y no dinero precisamente) en el refresco, ya que me hice un buen “lamparón” (mancha) de chocolate en el pantalón de cheviot. Los músicos no quiero dejarlos en el olvido, eran Filiberto el cartero, Antonio Sindo y Antonio el de María.

viernes, 27 de noviembre de 2020

Montehermoso. Datos, fotografías, noticias, artículos y sucesos históricos

 


Enlaces por orden alfabético con datos, fotografías, noticias, artículos y sucesos históricos. 
Trabajo de documentación e investigación: Juan Jesús Sánchez Alcón

Antoñita Moreno y la Gorra de Montehermoso

Aportación a la memoria histórica de la indumentaria tradicional de Montehermoso

Bodas típicas en Montehermoso

Canciones Populares de Montehermoso

Centenario del cuadro “El Mercado. Extremadura” de Joaquín Sorolla

Cerraduras antiguas de Montehermoso

Circular sobre la epidemia del cólera morbo en 1835

Conferencia “La Gorra y el Traje de Montehermoso. Crónicas para la Historia”

Conferencia: “Historias y Paisajes de Montehermoso”

Daños en la Cruz de Granada

Datos, hechos y sucesos históricos de la Atalaya y sus tierras (Primera parte)

Datos, noticias, hechos y curiosidades históricas en las Fiestas de San Bartolomé en Montehermoso (Cáceres). Tercera parte.

Datos, noticias, hechos y curiosidades históricas en las Fiestas de San Bartolomé en Montehermoso (Cáceres). Segunda parte.

Datos, noticias, hechos y curiosidades históricas en las Fiestas de San Bartolomé en Montehermoso (Cáceres). Primera parte.

De las andanzas de los montehermoseños en el mercado de Plasencia en tiempos pasados

De Los Antruejos (Carnavales) y las bromas del guasón escarmentado

Del robo del burro de Bartolomé en la Dehesa Boyal de Montehermoso

Descripción de Montehermoso de Jules Clerjon de Champagny, 1823 

El amor a la fuerza. Cupido cambia el arco por la escopeta

El aterrizaje de un avión alemán en las Huertas del Cuarto Holgado de Montehermoso (Nuevas aportaciones)

El Jarero y el cura de Gargantilla

El origen del Día de Todos los Santos y su celebración en Montehermoso

En 1931 muere un joven de Montehermoso electrocutado en Plasencia 

Epidemias, enfermedades y crisis de subsistencia en Montehermoso

Episodios de Montehermoso: La Historia de Félix Alcón Gil 

Escudo de la Orden de Santiago en La Atalaya

Estandartes de la Cultura Tradicional en Montehermoso

Fiesta de San Blas en Montehermoso (3 de febrero)

Fotografías de Jean Laurent de los paisanos de Montehermoso en la boda de Alfonso XII y María de las Mercedes

Fotografías de José Ortiz Echagüe sobre Montehermoso

Fotografías de Ruth Matilda Anderson en Montehermoso

Historias y Leyendas: La Majada del Penitente

Homenaje a Argimiro Quijada Pulido

Homenaje y reconocimiento en Plasencia a Montehermoso y a los familiares y descendientes que aparecen en el cuadro El Mercado de Joaquín Sorolla

Iglesia Parroquial Nuestra Señora de la Asunción en Montehermoso

III Jornada sobre la Historia, el Folclore y la Cultura tradicional en Montehermoso

Ilustración de Federico Ribas Montenegro, traje regional. Revista La Esfera

Indumentaria de Los Negritos de San Blas

Indumentaria y cultura tradicional de Montehermoso: Conferencia en el Museo de Cáceres

Joaquín Sorolla. El cuadro dedicado a Extremadura “El Mercado” y los tipos de Montehermoso

Jornada sobre Historia y Cultura tradicional en Montehermoso

La economía y las comunicaciones en Montehermoso en el año 1926

La feria de Valdefuentes en Montehermoso

La fiesta de Las Carantoñas de Acehuche y la Gorra de Montehermoso

La gorra de Montehermoso: mitos, orígenes y realidades

La Gorra y el traje de Montehermoso. Bien de Interés Cultural

La historia de Montehermoso en el libro "Memoria histórica de Plasencia y las Comarcas 2018"

La tradición de Las Ánimas Benditas en Montehermoso 

La Velá de San Blas

Las visitas de Ruth Matilda Anderson a Montehermoso en 1928 y 1949

Los cuadros de Santiago Martínez Martin sobre el traje de Montehermoso

Los graves sucesos en Montehermoso el 18 de septiembre de 1932

Los montehermoseños en el cuadro "Extremadura. El Mercado” de Joaquín Sorolla

Los Negritos de San Blas en Montehermoso y otras manifestaciones culturales en España, Europa e Hispanoamérica

Los Negritos de San Blas. Antecedentes históricos

Los Negritos de San Blas: Leyendas Populares

Los Negritos y otras curiosidades y anécdotas de su trayectoria

Los Negritos. Tradición centenaria

Los paisanos de Montehermoso en la boda de Alfonso XII y María de las Mercedes

Mitos inventados en torno a la gorra de Montehermoso

Montehermoso en 1930 por Cayetano Molina

Montehermoso. Datos, noticias, hechos y sucesos históricos en el siglo XIX

Montehermoso. Datos, noticias, hechos y sucesos históricos en el siglo XX

Noticia sobre Montehermoso aparecida el 1 de mayo de 1936 en el Boletín número 2 de la Masa Coral de Cáceres

Nueva Jornada sobre Historia y Cultura Tradicional en el Centro de Mayores de Montehermoso

Ramón López Barrántes

San Blas

Santiago Martínez Martínez pintando a Matilde Galindo

Sello de pan antiguo

Semana Cultural en el Centro de Mayores de Montehermoso

Sobre el extravío de una Jumenta y su Rastra en Montehermoso

Sobre la Gorra y el traje típico de Montehermoso

Sobre las Dotes, Las Hijuelas y los Asientos en las familias de Montehermoso

Sobre las sayas del traje de Montehermoso

Sobre los mitos y leyendas en torno a los negritos de san blas y la gorra de montehermoso

Sobre los mitos y leyendas en torno al origen de Los Negritos de San Blas

Sorolla y los paisanos de Montehermoso

Tipos de gorra de Montehermoso

Vídeo: Sobre el origen de la Gorra de Montehermoso, sus mitos y tradiciones inventadas

100 aniversario de Silvestra Mahillo Garrido, 31 de diciembre de 2012

 

ARTICULOS DE DOMINGO QUIJADA GONZÁLEZ

Dos vírgenes singulares de Montehermoso

El Ayuntamiento de Montehermoso y su enigmática lápida

Génesis y evolución de las campanas Rivera de Montehermoso

La Virgen de Valdefuentes (Montehermoso)

Luces y sombras del verraco vettón de Montehermoso

 

ARTICULOS DE FÉLIX BARROSO GUTIÉRREZ

Los Negritos de Montehermoso

martes, 24 de noviembre de 2020

El caballo de palo


Dedicado a toda la gente que vivió en la Finca de Sartalejo.

Aquel caballo de palo que tenía atado en la “enramá” enfrente de mi casa era algo especial, como casi todos era de chopo y su largo rondaba los tres metros, tenía su cuerda a modo de rienda, su boca grabada y hasta los ojos dibujados. Esperábamos a salir de la escuela, entonces había mañana y tarde y salíamos a las cinco. Corriendo a por el cacho pan y al galope. Los niños cada uno con su corcel corríamos barrera arriba espoleando a los caballos y levantando polvo, aquello era el vivo escenario del lejano oeste. Y el ruido, ese ruido de los palos, no se a veces seis, siete o 10 palos arrastrando al unísono, pero no queda ahí la cosa, ya que también espoleábamos a los equinos y a gritos decíamos: - jía, jía, jía - y a la vez hacíamos el sonido del trote (vamos que imaginación no nos faltaba). Era algo así como:

- Tu, tucutú, tucutú - y corríamos e íbamos en busca de aventuras.

Recuerdo ir entre una chopera y al llegar a un regato todos paramos a dar de beber a los caballos, claro está, estaban sedientos. Luego ya bebíamos nosotros y seguimos la marcha. También nos bajábamos de vez en cuando, era para que no se cansaran de tanto galope. Cuando veíamos a las muchachas hacíamos como que el caballo de ponía de manos y relinchaba 

- iiiiihihihiiiiihihihihihiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiijíjijíiiiiiijijijiiiiiii. - Entonces hacíamos como que el caballo bailaba y decíamos

- soooooooooooo - para a continuación espolearlo y decir - arre, arre - y el corcel obedecía, como no.

Más adelante llegamos al acueducto, allí había entre sus arcos unas higueras “bobas” con unos tallos largos, muy largos.  - Algún vigía para ver si vienen los indios. - Exclamó uno. Y allí estaba yo. Subí arriba gateando por aquellos tallos, a medida que subía más se bamboleban, y claro, yo por hacer la gracia, más y más los movía y más me rifaba el “guarrapazo”. Abajo todos miraban esperando que cayera (y vosotros que estáis leyendo esto seguro que también pillines, que me lo estoy imaginando). Pues no, no caí entonces. Bajé, tome las riendas de mi caballo y jaleé al grupo. - Sigamos no hay indios - Y enfilé barrera abajo a todo trote hasta que resbalé al pisar una hoja de la higuera “boba” y salí “rangando” barrera abajo con mi caballo. El trompazo fue de cuidado, pero claro, no me quejé me coloqué el sombrero de pistolero, aquel sombrero de plástico duro que terminaba en forma de pico delante.

Cuando íbamos galopando las rodillas iban sangrando y los codos. Pero claro, los pistoleros eran muy duros. Algunos compañeros me miraban y yo movía la cabeza como diciendo - Esto no es ná. - Aunque en el fondo pensaba como reaccionaria mi madre, seguro que ahí ya no era tan valiente, porque el pantalón llevaba un buen siete.

Entonces vimos a lo lejos como venía un hombre en un burro - ahí viene el enemigo dijo uno. - Cuerpo a tierra y los caballos escondidos entre una zarza para que no relincharan por supuesto. Al paso empezó una lluvia de disparos que al igual que el trote de los caballos imitábamos con la boca.

Pichicún, pichicún, pichicún.

Pichún, pichún, pichún.

Piun, piun, piun.

Piñun, piñun piñun.

Aquí el repertorio del sonido de las balas era muy variado dependiendo de quien las disparara, al igual que las armas, escopeta de plástico con tapón, pistola de asta, pistola de misto o un cacho palo que hacia la función de ambas. El caso es que el hombre se “cabreó” y dijo  - si me baju del burru voh raju a toh, “judinganuh”. - Risas, seguimos disparando, Más risas, hasta que el hombre hizo como que se tiraba del burro y los pistoleros salieron de uñas huyendo en desbandada. Cogieron sus caballos y salieron al galope “zurrados” de miedo con tan mala suerte que uno piso mi caballo y me rompió un cacho de palo, quiero decir de caballo. Que disgusto dios, allí estaba yo viendo mi caballo herido cual pistolero apenado.

Al llegar a Sartalejo dejamos los caballos en un pabellón y nos pusimos a jugar, se nos hizo tarde y allí quedaron los caballos. Al día siguiente por la mañana en el recreo fui a ver el caballo, pero ya no estaba. Que desazón, que preocupación. Las vueltas que di buscándolo. El caso es que solo faltaba el mío. La casualidad quiso que averiguara donde estaba, y es que al día siguiente escucho en el caño de la fuente a tía Serafina hablar con mi madre como le decía que su marido (tío Emeterio) se había encontrado un palo más bueno para colgar los pimientos en el pabellón. Los otros eran muy largos decía, pero este era ideal. Y allí imaginaba yo a mi caballo sosteniendo unos corales de pimientos que tristeza señor. Tío Emeterio era el hombre que iba en el burro y en ese momento pasaba por allí y me guiñó el ojo diciendo por lo bajo - Vaya palo más bueno que tengo “chiquele”, seguro que era de algún pistolero. - El pistolero (o sea yo) se quedó herido de verdad, vamos que me dolía más que el “trapajazo” que pegué cuando caí barrera abajo.

Entonces recordé aquellas varas largas de la higuera “boba”, eran largas y rectas y algunas tenían el mismo grosor que el de mi caballo. Dicho y hecho, ya tenía nuevo corcel y este sé que tío Emeterio no me lo cogería porque las ramas de higuera no servían. Pero lo que no contaba el pistolero era con que la montura no sería igual, ya que la savia de la higuera le provocó no pequeños escozores en salve sea la parte. Por cierto también hacíamos arcos y flechas, pero eso ya para otra historia.


domingo, 22 de noviembre de 2020

El que no pagó el piso y encima cobró

La historia comienza en aquella calle que tantos recuerdos me trae a la memoria, allí los niños compartíamos muchos ratos con las vecinas que se ponían entre la puerta de mi tía Chon y la casa de tía Juana. De este episodio recuperé datos y los nombres de las mujeres que esa noche se sentaban con sus sillinas al fresco. Todo lo había anotado en una libretina amarilla en la que había dibujado en su portada una casa con dos árboles, unas nubes con un sol y sus rayos correspondientes, y unos pájaros volando. 

¡Pero vamos al lio, vamos a lo que nos interesa!

Que era cobrar el piso a los forasteros, porque seguro que algunas personas se lo estarán preguntando. Bien, pues cobrar el piso era una costumbre que tenían los quintos cuando se percataban de que algún forastero quería tener una relación con una moza de Montehermoso, entonces le exigían que pagará una cantidad de dinero, unos cántaros de vinos o unas cajas de cervezas (como en los últimos años que recuerdo). Con el tiempo, no solo eran los quintos quien lo reclamaban, también había algunos que querían beber a costa de algún forastero. Aunque tengo que decir, que por norma general el carácter del montehermoseño era en general hospitalario y aquel forastero que tenía un amigo del pueblo, lo era para toda la vida.

Y ya entrando en materia, la historia comienza jugando al bote con los amigos. Allí entre carreras y escondicheras escuché a cuatro mozos hablar detrás de la casa de tía María de tío Hipólito que iban a cobrar el piso a un forastero. Mi impresión aumentó cuando uno de ellos dijo. 

- Esta noche cae una caja de cerveza. - 

y otro asentía con la cabeza para luego decir. 

- Y si no la paga va al bidón de cabeza. - 

Y después de unas caladas de cigarro arrancaron para La Picaraza. Yo los miré como asustados, los veía enormes y con aquellas greñas y aquellos pantalones de campana daban miedo.

Nosotros seguimos jugando a lo nuestro, bueno luego cambiamos a perros y liebres, así que a correr. Y corriendo llegamos cerca del baile, allí los mozinos y mozinas que no entraban al baile estaban asomados a las ventanas mirando como bailaban. Años después sería yo el que miraba con unas ganas enormes de poder entrar al baile.

Al cabo de un rato se preparó un gran tumulto y vimos a unos cuantos como llevaban a uno en volandas a la calleja de enfrente. Los que vivieron esa época saben que en aquella calleja eran donde los mozos iban a pegarse, vamos que era como el club de la lucha. Y allí estaban aquellos mozacones zarandeando a un mozo forastero para que pagara el piso. 

- O pagas o de cabeza al bidón. - 

Y el mozo dijo que no pagaba.

Allí había zarandeos para un lado y para otro y entonces aparece otra cuadrilla de otro barrio que también venía con el mismo propósito, a cobrar el piso. Más zarandeos, más bronca, algún guantazo, ya entre ellos y entre el barullo, otra cuadrilla que viene. 

Aquello me impresionó bastante, las voces, las caras que entonces yo veía como desencajadas, las greñas, los pantalones de campana y el sonido del algún guantazo. Entre tanto jaleo el forastero se escapó. ¡Lógico si se pegaban entre ellos! Nosotros salimos a la uña zurraos y con el corazón a cien por hora. Menudo susto y más cuando uno bufaba como un jabalí.

Seguimos jugando pero ya con el ojo al acecho por si acaso. Después de mucho, pero mucho rato, vamos tanto que ya estábamos templaos de correr y estábamos sentados, cuando vimos aquel mozo forastero venir con otros en plan desafiante y al pasar delante nuestro y de las mujeres que allí estaban sentadas se quitó la correa, hizo ademán de bajarse los pantalones y se tocó sus partes. 

Las mujeres eran tía Eugenia, tía Juana, tía María, tía Macrina, tía Inocencia, tía Justa, tía Crescencia, tía Dionisia, tía Chon (mi tía) y tía Gloria (mi madre) que ante tal escandalo le recriminaron su actitud y tía Juana se levantó de la silla y le dijo. 

- Comu coja la silla te la ehtampu en la cabeza jigu bobu

Y el susodicho seguía con su afrenta y sus risas bobas burlándose de aquellas mujeres mayores que cada noche se sentaban al fresco a la puerta.

Recuerdo aquel momento y aquellas risas burlonas, y a tía María levantar una vara ante tal desagravio. Los que venían con el intentaban llevárselo, pero el a los suyo. Al poco aparecen los cuatro mozos del piso que venían de la Plaza y al verlo se fueron a por él. Los acompañantes le dejaron y se fueron corriendo calle arriba por San Antonio y los demás tiraron zapeando calle abajo otra vez a La Picaraza. Allí lo engancharon, y dicho y hecho, después de unas buenas tortas, de cabeza fue a un bidón. Esa imagen de ver los pies por alto y cabeza abajo me asustó, lo hicieron para meterle miedo y como escarmiento.

Salimos corriendo calle arriba para nuestra puerta y allí sentaino me quedé, luego ya nos fuimos para casa. Estando acostado se oyen muchas voces y gresca, me asomo con miedo al balcón y allí estaba otra vez aquel bicho y a los amigos intentando llevárselo. Golpeó el coche de Paquete el taxista y la puerta de tía Máxima, yo miraba con mucho miedo. Voces lejos, voces cerca, voces más cerca, y allí se presentaron los cuatro del piso y le dieron unas buenas galletas para que se fuera de una vez. Uno le quitó el zapato y se lo encajó en el tejado de tía María de tío Hipólito y allí estuvo durante mucho tiempo.

La casualidad quiso que un día en el hospital en esas esperas que hay en las consultas y en las que hablas y hablas con las personas allí sentadas, un hombre me preguntó de donde era 

- de Montehermoso. - Contesté yo. 

- El pueblo de las dos mentiras. Ni es monte, ni es hermoso. Buen pueblo, aunque la gente es recia, pero son muy nobles. - Dijo él. 

y siguió con la conversación. 

- De allí hizo una la mili conmigo en los 70. - 

Me dio nombre y apellidos y yo le dije que me dijera el mote, que por eso nos conocemos todos. También me dijo que con él tenía mucha reconocencia (amistad) todavía y que habían ido hace dos años a San Blas.

Al lado otro hombre dijo. 

- Si os cuento lo que me pasó a mí en Montehermoso. - 

Y la mujer que estaba al lado le dio con el pie para que se callara. Pero el siguió a lo suyo y dijo. 

- A mí una vez me tiraron de cabeza a un bidón por no pagar el piso, también yo era muy cabezón y un poco bala.- 

Y su mujer al lado asentía con la cabeza. Él en su bravuconería dijo que con la que estuvo en aquellos tiempos en Montehermoso era mu raspireña (mujer de carácter fuerte o agrio). 

- Vamos como la que tengo al lao. - 

Espetó riendo el muy mostrencoCosa que le supuso por cierto un buen pellizcón de la esposa por tontorrón.

Y a mí se me encendió una luz en la cabeza y le dije. 

- ¿Y no te tirarían un zapato a un tejado? -

Y el hombre me mira y asiente riendo con la cabeza, bueno es que no paraba de reír. Y me dijo que como podía acordarme de eso. Normal, lo había visto todo. Eso sí, no le conté a la mujer lo de las burlas que hizo a las mujeres y las tortas que se llevó, ya que ella no dejaba de decir que todo lo que le pasaba era por tolondrón

Y esa es la historia del que no pagó el piso pero cobró un montón.


miércoles, 4 de noviembre de 2020

De cómo tío Juan “Palotero” y tío Máximo “Malajeta” bebieron unos sol y sombras a cuenta de unos palomos

Un domingo de esas de cañas largas que se juntan con el atardecer quedé con unos amigos en el Bar Juventud, allí empezábamos ronda vespertina ya “remuaos” y repeinainos.

En el interior risas, un amigo que salía me dice – Ahí está tu padre y tío Máximo que se van a “jincar” unos sol y sombras a costa de unos pardillos –

Entro ya casi sabiendo lo que el par de ellos iban a hacer. Y lo primero que veo es a Máximo copa en mano y haciendo unos aspavientos

– Que no pueooooo Juan, que no pueooooo – Decía el tunante.

Y Juan le decía  – Arriba compadre, que no se diga que nos tumban  estos muchachos –

Y Máximo hacia muecas y garraspeaba tapándose la nariz. Mientras tanto los muchachos reían creyendo que no sería capaz de beber la copa. ¡Madre que confundidos estaban dios mío!

Y se la bebió de un trago, no sin hacer aspavientos como si se hubiera tragado un gato. Entonces Juan le guiñó el ojo y le dijo – Que “flojón” eres Máximo ¿A que no eres capaz de beberte otra?

Máximo hizo un gesto diciendo como que no, y los mozalbetes pusieron otra copa…y agarró la copa y empezó a decir:

– Aaaaaayyyyyyyyyy que esfuerzo señor –

Volvía a taparse la nariz, a retorcer el hocico, a cerrar los ojos y hala, pa dentro. Los mozalbetes reír, pero ellos a los suyo.

Máximo me guiñó el ojo, ya sabía por dónde iban. Entonces dijo.

– No pruebes esto Juan, que está mu malo y no es pa nosotros –

Ahora le tocaba el turno a Juan que comenzó a agarrarse la cabeza y guiñando el ojo a Máximo exclamó:

– San Blas Bendito protege a estos pobrecitos –

Otra copa puesta y ahora Juan empezó el repertorio de muecas, hacía como que tosía y le dolía la barriga. Pero la copa fue pa dentro.

Otra, otra, empezaron los muchachos, ya casi no le dio tiempo a llegar y Juan se la escurrió de un trago. Entonces empezaron a reír los dos y se dirigieron a los mozalbetes dándoles una lección, y es que ellos intentaron burlarse de unos “viejos” creyendo que no eran capaces de beberse unas copas y estos ya venían curtidos y eran de buen “tragaero”.

– Cuando quieran los palomos echamos otra ronda – Dijo Máximo.

Y mi padre se quitó el sombrero e hizo una reverencia. Y se fueron “enjilando” para otro bar y los otros salieron escaldados y sin perras.