miércoles, 21 de febrero de 2018

Del robo del burro de Bartolomé en la Dehesa Boyal de Montehermoso


Año 1950: el juez de instrucción del partido de Plasencia, ordena a todas las autoridades y agentes de la policía judicial procedan a la búsqueda y rescate de un burro castrado negro, hocico blanco, lunares en ambos costillares, de ocho años, alzada regular, herrado de las cuatro extremidades.

El animal fue sustraído en la Dehesa Boyal de Montehermoso en la noche del 7 de mayo, el cual es de la propiedad de Bartolomé Bautista González, vecino del pueblo.

Así mismo, ordena se proceda a la detención de dos individuos que el mismo día 7 conducían un burro por Montehermoso. La descripción de los sospechosos era la siguiente:

Uno como de veinte años aproximadamente, de estatura más bien alta. Vestía chaqueta de pana oscura de cordón fino, pantalón de género claro, destocado y peinado hacia atrás.

Y el otro más joven, como de unos doce años, bajito. Vestía chaqueta y pantalón de género, bilbaína, y calzaba alpargatas oscuras y traje claro.

martes, 20 de febrero de 2018

Sobre los mitos y leyendas en torno al origen de Los Negritos de San Blas

El Palotero de Los Negritos de San Blas

La Fiesta de Los Negritos de San Blas en Montehermoso es una de las manifestaciones folclóricas y culturales más representativas de Extremadura.

La celebración que convoca cada año a miles de personas, es una muestra de las tradiciones ancestrales que se han transmitido de generación en generación. Un ejemplo de la esencia del folclore que lleva asociada la herencia cultural de un pueblo y su identidad colectiva.

Hablaba en una anterior publicación sobre los comentarios que vemos relativos al origen de esta tradicional fiesta. Como en el caso de los tipos de gorra de Montehermoso, aquí también vemos como las informaciones recogidas en periódicos, medios de comunicación y redes sociales, poco tienen que ver con la realidad.

En el caso de Los Negritos, supone aceptar que el origen histórico de este legendario grupo y toda la tradición que conlleva, gira en torno a una leyenda incorporada al acervo popular del pueblo que la tradición oral mantiene y que carece de cualquier argumento histórico que la refrende. Esto ha sido alimentado con el paso del tiempo, sin incidir en otro tipo de fundamento o argumentación histórica.

LEYENDAS POPULARES

No podía faltar la leyenda en torno a los Negritos. Una de las historias más emotivas y que probablemente sea la más significativa y aceptada por el pueblo, es la que nos han ido transmitiendo oralmente de generación en generación.

“Hace ya muchos siglos había una familia muy pobre, compuesta por siete hermanos, que llegado el mes de febrero y con él, la celebración de San Blas, se acercaban al pueblo para pedir limosna, interpretando cada año una danza ritual distinta, para evitar ser reconocidos. 

Pasado dieciséis años y después de interpretar dieciséis danzas diferentes, pensaron que las gentes del lugar les reconocerían al llegar, y decidieron entonces tiznarse la cara de negro con corcha quemada, para hacer creer a la gente que eran otros los que actuaban. 

Uno de ellos, el que ejercía como jefe del grupo, se puso un gorro imitando a la mitra de un obispo y un traje llamativo y pintoresco, con un zurrón de piel de cabra a sus espaldas donde guardaba los instrumentos de las danzas que iban a interpretar. En sus manos portaba unas enormes castañuelas de corcha que no emitían sonido alguno y que el tocaba sin cesar. Su papel era el de intermediario entre el grupo de danzarines y el público y con sus muecas y sus gracias hacia las delicias de mayores y pequeños. Era la representación burlesca de la fiesta. Este personaje es el llamado “El Palotero”.

Pero no olvidemos que solamente es una leyenda y que seguramente el significado y origen de Los Negritos y sus danzas sea otro bien distinto. Solo hay que investigar la relación con otras fiestas y manifestaciones culturales parecidas a lo largo de todo el mundo.

Todo esto ha sido motivo de debate por varios historiadores, al ver diversas informaciones aparecidas en periódicos y medios de comunicación en las que se afirmaba como verdadera la leyenda, para afirmar que en ella está el verdadero origen de Los Negritos. También como algunos testimonios aseguraban que el baile de Los Negritos con la cara pintada de negro solo se podía ver aquí. Esto demuestra un claro desconocimiento de lo que este tipo de manifestaciones representa y por cuantos lugares de España está extendido. 

¿Sabéis en cuantas partes se celebra la fiesta de San Blas y las danzas del paleo o Paloteo? ¿Sabéis que hay danzantes con la cara pintado de negro en otras partes de España?

Os dejo solo un pequeño ejemplo con algunos datos recopilados.

Danzas del Paleo o Paloteo:

En muchas partes de la geografía española aparecen las danzas del paleo o paloteo, compuestas por un grupo de danzantes o demonios que ejecutan sus danzas el día de San Blas. En todos lados aparece el mismo personaje o bufón parecido al Palotero. Algunas de estas danzas son de origen guerrero, otras en cambio hacen alusión a los oficios tradicionales, elementos pastoriles (San Blas era el patrón de los cardadores) y la lucha entre el bien y el mal.

En varios lugares de España se realizan las danzas del Paloteo, estos son algunos ejemplos:

Ventosa de la Cuesta (Ávila), Ampudia (Palencia), "El Paloteo" Danza tradicional de Villanubla (Valladolid), Danzas del Paloteo en Aranda de Duero (Burgos), Danzas del Paloteo de Cabezón de la Sal (Santander), Danzas del Paloteo de Casarejos (Soria), Grupo de Paloteo de Bernardos (Segovia).

En Extremadura encontramos varias manifestaciones parecidas en las siguientes celebraciones:

Los diablucos de Helechosa, Los diablotes de Casas de Don Pedro, Los diablotes de Herrera del Duque, El taraballo de Orellana la Vieja, El verdigallo de Olivenza, Los castañetorros de Penalsordo, Los seises de Fuentes de Leon, Los lanzaores de la Virgen de la Salud de Fregenal de la Sierra, Danzantes de Nuestra Senora de Sopetran en Jarandilla de la Vera, Danzantes de Guijo De Santa Barbara, Danza de San Antón de Peloche, Danza de palos de Garbayuela, las Danzas de palos de Riolobos.

Otras localidades donde se celebra a San Blas en Extremadura:

Aldeacentenera, Montánchez, Villa del Rey, Ceclavín, Carcaboso, Casillas de Coria, Moraleja, Galisteo, Guijo de Coria, Riolobos, Santa Cruz de Paniagua, Oliva de Plasencia, Gargüera, Piornal, Aldeanueva del Camino, Valverde del Fresno, Cilleros Gata, Ahigal, Santibáñez el Bajo Santibáñez el Bajo, Pasarón de la Vera, Nuñomoral, Benquerencia, Conquista de la Sierra, Alcollarín, Herguijuela, Campo Lugar, Garrovillas de Alconétar, Puerto de Santa Cruz, Robledollano, Guadalupe, Villar del Pedroso, Carrascalejo, Toril…

Danzantes con la cara pintada de negro:

Danzantes con la cara pintada de negro aparecen en otras partes de Extremadura donde se celebra o se ha celebrado antiguamente la festividad de San Blas: Aldehuela del Jerte, Aldenueva de La Vera, Cáceres, Campolugar, Carcaboso, Casatejada, Casillas de Coria, Cilleros, Gata, Las Mestas, Moraleja, Nuñomoral, Puerto de Santa Cruz, Riolobos, Romangordo, Santibañez el Bajo, Toril, Torreorgaz, Valverde del Fresno, en diferentes comarcas como Campo Arañuelo, Las Hurdes, La jara y los Ibores…

Cuando termine con algunos temas pendientes, actualizaré algunos artículos sobre Los Negritos y hablaré más detalladamente de los pueblos de España donde se celebra la Fiesta de San Blas, las tradiciones y manifestaciones en torno a su celebración. Y como no, hablando también de otros puntos del mundo donde realizan otras fiestas, ritos y costumbres con el nombre y denominación de Los Negritos. 

Y para terminar os recomiendo que referente tanto al origen de Los Negritos de San Blas, como los relacionados con la gorra de Montehermoso, leáis los trabajos de investigación que han realizado importantes investigadores como Domingo Quijada González, Pilar Barrios Manzano, Juan Manuel Valadés Sierra, Javier Marcos Arévalo y Félix Barroso Gutiérrez. 

Domingo, Pilar, Juan Manuel y Félix son amigos míos, a Javier no lo conozco en persona, pero si conozco sus trabajos. Todos ellos para mí son un gran un referente. 

La fiesta de los Negritos de San Blas en Montehermoso, atrajo en el año 2002 a un grupo de investigadores, como es el caso de Enrique Cámara de Landa, Jefe de la Sección Departamental de Historias y Ciencias de la Música de la Universidad de Valladolid, Marita Fornaro Bordolli (antropóloga), Coordinadora del Área de Musicología de la Escuela Universitaria de Música de la Universidad de la República en Montevideo (Uruguay). Antonio Díaz Rodríguez (antropólogo), Escuela Universitaria de Música de la Universidad de la República en Montevideo (Uruguay). Victoria Eli Rodríguez, Departamento de Arte Contemporáneo de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, y Jorge Maleta Cociña, (musicólogo cubano). 

Todos ellos junto a Pilar Barrios Manzano llevaron a cabo un extraordinario trabajo que dio origen al Proyecto de Investigación “Estudio de la música en Extremadura a través de sus protagonistas”. A todos ellos con los que tuve el placer de colaborar les muestro mi cariño y respeto.

Mi trabajo solo es una modesta aportación comparada con la amplia trayectoria que han desarrollado estos investigadores.

Más información en Montehermoso Cultural: 

Los Negritos de San Blas "Tradición Centenaria"

sábado, 10 de febrero de 2018

De Los Antruejos (Carnavales) y las bromas del guasón escarmentado


Ahora que comienzan los Carnavales (Antruejos), bien viene recordar antiguas tradiciones que se celebraban en Montehermoso. Y es que, aunque actualmente la fiesta haya perdido todo su encanto tradicional, antiguamente eran muchos los rituales que acompañaban a esta ancestral celebración pagana.

En los tiempos actuales, se organizan desfiles y comparsas, y la gente se disfraza de una forma original y divertida, pero muchas personas echamos de menos los ritos tradicionales.

Las cuadrillas de mayores que animan con sus bailes y canciones populares las tardes de carnaval, poco a poco irán desapareciendo, y solo algunos enamorados del folclore mantendrán viva esa tradición.

La Asociación de Amas de Casa ha logrado conservar con mucho empeño el Jueves de Comadres, una costumbre muy enraizada en la localidad en la que las mujeres se reunían y elaboraban dulces, buñuelos y caramelos artesanos que hacían las delicias de los más pequeños. Actualmente vemos como más mujeres (amigas o familiares), se unen para participar y disfrutar de este momento tan entrañable y saludable.

Y quién no recuerda aquella época del mono de trabajo con la careta y la cayada, un disfraz muy socorrido que mucha gente usaba. Con el paso de los años eran los niños los que lucían este atuendo asustando a la gente con sus bromas y gracias.

Sobre los ritos y tradiciones en los antiguos carnavales preguntaba en el año 2004 a varias personas mayores que contaban que antes no había dinero para hacerse trajes como ahora, y la gente se disfrazaba con cuatro trozos de tela y sabanas viejas. Que la gente se divertía bailando y cantando al son de pandereta y tamboril desde por la mañana, para luego continuar por la tarde hasta bien entrada la noche.

Comentaban del jolgorio que se preparaba en Los Antruejos cuando venían por las calles La Osa, La Vaca Pendona, Las Antrojás, Las Caritas y Las Carantollas, de las luchas entre ellas y del susto que le daban a la gente. Esta es una de las tradiciones que intento rescatar del olvido, para que no desaparezca el gran legado cultural que atesora Montehermoso y que se ha mantenido de generación en generación. Quedando con el paso del tiempo relegado al ostracismo y apostando por fiestas importadas que poco o nada tienen que ver con nuestro acervo cultural.

Las Estudiantinas, otra tradición arraigada en los antiguos carnavales montehermoseños, eran grupos compuestos por hombres o mujeres vestidos con trajes llamativos y con diversos instrumentos, que eran guiados por un jefe y que interpretaban canciones con letras graciosas de motivos picantes y de denuncia política y social.

Muchos pueblos extremeños trabajan en la recuperación de estas tradiciones, hay muchos ejemplos de La Vaca Pendona del que hablaré en otra ocasión, o de La Vaca Tiznada en el Carnaval Canchalero en Aceituna. Y el Carnaval Hurdano, por el que tanto ha luchado la Corrobla Folklórica y Etnográfica “Estampas Jurdanas” y que tanto ha contribuido a su divulgación, Félix Barroso Gutíerrez. 

Volviendo a las entrevistas que realizaba a las personas mayores en el año 2004, y revisando mis notas, encontré entre las historias que me contaron una de un mozo que pretendía a una moza desde hacía dos años y que los padres no daban el visto bueno a la relación, ni por supuesto la hija pretendida, a la que este individuo no le hacía nada de gracia por ser hombre grosero, maleducado y fanfarrón, y por ser poco dado al hábito de la limpieza y el aseo.

Quien contaba la historia hablaba de que la pretendida era una tía suya, y que la madre (su abuela) era una mujer muy recia (de carácter fuerte) y valiente. El padre (su abuelo) era hombre parco en palabras, pero también de espíritu fuerte y genio reservado que siempre recordaba con un cigarro en la boca.  Aunque no era mucho de vociferar, cuando se exaltaba tiritaban hasta los ratones de la troje.

Por aquella época eran vísperas de Los Antruejos y los mozos y mozas se esmeraban en preparar sus atuendos para esos días, eran tiempos en que las bromas se sucedían y era costumbre tirar por las puertas y ventanas, tejas viejas, tiestos con tierra, pucheros con agallas de roble o bacinillas con todo tipo de sustancias o líquidos malolientes, los más osados como el mozo del que hablamos acostumbraba a rellenarlos de orina y otras cosas que no quiero mencionar.

Y precisamente la casa de esta familia siempre sufría las consecuencias del susodicho, que en venganza marcaba la esquina de la casa, cual perro marca su territorio.

La mujer harta ya de que cada año recibiera bromas tan groseras decidió averiguar quién era el autor que cometía semejantes actos.

En una ocasión lo comentó con una vecina y esta se lo dijo a su marido para que intentará averiguar algo al respecto, ya que sospechaban de ese hombre y no quería que el padre la pagara con el que primero pasara por la puerta.

El vecino estaba un día en la taberna y vio entrar a este individuo con cinco amigos más. Allí entablaron conversación entre vino y vino, y sin darse cuenta vociferaban sobre las bromas que iban a cometer una noche.

En tono soez y bravucón, el mozo presumía de sus andanzas y de que ya tenía preparada una buena trastada, porque los padres no lo querían por yerno en casa. Este año es el tercero decía, y de aquí ya no pasa, esta es la mía. Creyendo que a base de bromas pesadas los padres le aceptarían, más no sabía lo que le esperaba.

El vecino apuro el chato de vino y se despidió del tabernero como si no hubiera escuchado nada. Entonces partió raudo hacia casa y avisó a la familia de la que le esperaba.

Los padres ya avezados y prevenidos, decidieron darle un buen castigo y esperaron al tal elemento y sus correspondientes amigos. Cuando cayó la noche y la oscuridad era la dueña de las calles, los mozos salieron dispuestos a gastar sus pesadas bromas. Iban por varias calles ocultándose entre penumbras hasta llegar al lugar elegido.

La luz del candil asomaba por el resquicio de una pequeña ventana y el resplandor de la lumbre por una gatera indicaba que estaban en la cocina. Tocaron de forma solemne el portón y al momento se abrió lentamente y chirriando estrepitosamente. Esto los desconcertó un poco, pero al momento el mozo aprovecho y metió un enorme cencerro que hizo sonar de manera estruendosa para asustarlos a todos, seguido de unos cuernos de vaca preparados para la ocasión.  

Las risas fanfarronas no paraban y cuando se preparaba para lanzar al interior de la casa una bacinilla con los elementos que anteriormente habían pasado por la boca, digeridos por el estómago y expulsados por salva sea la parte, después del proceso de digestión.

Salva sea la parte: f. eufem. Coloq. U. para referirse a una zona del cuerpo que se prefiere no mencionar.

Seguimos donde lo dejamos, porque creo que ya todos sabemos lo que contenía la bacinilla y no hay que dar más detalles, ya que me parece poco elegante y educado.

¿Portón abierto, risas, bacinilla en mano…y ahora qué?

Pues que de la oscuridad salió de repente una enorme tranca de la puerta y se estampo en la cara del guasón. La brasa encendida del cigarro en la penumbra indicaba que había sido el padre de la chica el autor de semejante trompazo.

No había terminado de reponerse del trancazo y tocarse el hueco de los dientes que le saltaron, cuando de una ventana de arriba emerge una cobija negra que increpaba sin parar y que vació encima de este mozo una bacinilla llena hasta arriba, empapándole con un líquido amarillo, filtrado previamente por los riñones y posteriormente expulsado por otra parte del cuerpo humano.

“Ala pallá Judinganuh, esu pa que volvaih a jadel judiáh”.

Que traducido sería algo así:

“Ala para allá bichos malos, eso para que no volváis a hacer diabluras”.

Los amigos salieron a la uña y el mozo empapado de lo que ya sabéis y sin dientes, se fue camino a casa con un buen escarmiento y la lección bien aprendida.

En los días de carnaval, ni salió a la calle y desde entonces no volvió a gastar bromas pesadas. Y si ya le costaba echarse novia con dientes, ahora melluco (sin dientes) y siendo el hazmerreír del pueblo, más le costaría.


Moraleja

Si quieres echarte novia,
procura no ser faltón.
La tranca en la puerta espera,
los dientes cayendo al son.
La bacinilla cae rebosando,
melluco por fanfarrón.

miércoles, 7 de febrero de 2018

El amor a la fuerza. Cupido cambia el arco por la escopeta


El amor a la fuerza
Cupido cambia el arco por la escopeta
y en vez de lanzar flechas, larga tiros y pedradas

            Esta noticia causó mucha conmoción en 1930 y fue durante mucho tiempo comentada y reflejada en antiguas coplas, que en Montehermoso recitaba el ciego de Aceituna que venía acompañado de su lazarillo. Los periódicos de la época se hicieron eco de ella y así lo relataban en esta crónica que apareció el 22 de agosto de 1930 en el diario Nuevo Día.

           La vecina de Montehermoso, María M. A., de 49 años de edad y viuda, se hallaba días pasados en la casa de una huerta de su propiedad en el sitio llamado “Hinojal”, del termino de Guijo de Coria.

La acompañaban sus dos hijas, y de pronto, fueron desagradablemente sorprendidas por un fuerte golpe que produjo una piedra que alguien desde el exterior había arrojado contra la puerta de la casa.

            Al mismo tiempo se oyeron dos disparos de arma de fuego.

            Las asustadas mujeres comenzaron a pedir auxilio y a continuación quisieron ver quien llamaba a la puerta con tan violentos modales, curiosidad que no tardaron en satisfacer.

            Quien llamaba a la puerta y el que arrojó la tremenda pedrada, era nada menos que Cupido; a unos seis metros de la casa se hallaba el travieso y mitológico niño, representado en la figura de un hombre, sin los ojos vendados, vestido a la antigua usanza del país y sosteniendo en una mano, en lugar de un arco, una imponente escopeta.

            El hombre estaba locamente enamorado de una hija de María, la cual no le hace el menor caso, y él, con su pasión arrolladora, no vacila en cometer las mayores atrocidades, tales como las que estamos refiriendo, en la que amenazaba con matar a la madre si la hija no accedía a sus pretensiones.

            Después de insistir el individuo en sus propósitos, se ausentó por unos momentos, en vista de que a las voces de auxilio que profirieron las mujeres se habían acercado varias personas de las huertas inmediatas, y cuando estaban todos reunidos comentando lo ocurrido, apareció de nuevo el tipo, que hizo otro disparo contra el grupo, sin que afortunadamente hiciese blanco, ya que el proyectil se desvió unos cuantos metros.

            Después intervino la guardia civil, y cuando el desdeñado amante regresaba el día 18 de Plasencia, fue detenido en las inmediaciones del río Alagón, en el sitio llamado “Aceña Vieja”, del término de Montehermoso.

            Le ocuparon la escopeta y lo pusieron a disposición de la autoridad judicial.

domingo, 4 de febrero de 2018

Extremadura en la mirada de Sorolla, 1917-2017. Memoria de una exposición

Juan Manuel Valadés en la inauguración de la exposición acompañado por la alcaldesa de Cáceres, doña Elena Nevado, la Secretaria General de Cultura, doña Miriam García Cabezas y el director general de Bibliotecas, Museos y Patrimonio Cultural, don Francisco Pérez Urban.

Durante el año 2017, que prácticamente acaba de finalizar, el Museo de Cáceres ha ofrecido a sus visitantes la que sin duda puede calificarse como la exposición temporal más importante de los últimos años, si no lo es de toda su larga historia. En efecto, 2017 ha sido también el año del centenario del Museo de Cáceres, de modo que puede decirse que hemos celebrado por todo lo alto ambas efemérides.

Personalmente, me he ocupado durante años de mostrar el fundamental papel desempeñado por Joaquín Sorolla en la fijación del traje regional extremeño, la elección de la indumentaria montehermoseña como modelo aceptado del atuendo regional y la creación de la tradición inventada de la gorra como elemento definitorio del estado civil de la mujer en esta localidad. Mis primeros trabajos publicados sobre este tema datan de 1993, y desde entonces he venido refiriéndome a ello en distintas publicaciones científicas.

La idea de celebrar el centenario de la estancia de Sorolla en Extremadura con una exposición sobre estas cuestiones en el Museo de Cáceres surgió el 26 de noviembre de 2016, precisamente en Plasencia, cuando departíamos amigablemente con colegas museólogos venidos de otros puntos de España y de Portugal para el VI Encuentro de la plataforma transfronteriza “Mouseion”, que se celebró en el Complejo Santa María con la brillante organización del Museo Etnográfico Textil “Pérez Enciso”.

En aquella primera conversación, honradamente, nos planteamos pedir para Cáceres la exposición itinerante “Sorolla tierra adentro”, que el Museo Sorolla había comenzado a llevar a diferentes museos españoles durante el año 2016. Sin embargo, pronto comprendimos que la ocasión merecía un esfuerzo por nuestra parte, tanto más cuanto que la mencionada exposición apenas incluía alguna obra relacionada con Extremadura. Y lo que nosotros queríamos era conmemorar la estancia del artista valenciano en nuestra región y la profunda huella que dejó en el arte extremeño y en la manera de ser representada la forma de vestir tradicional en esta tierra.

Llegada de los cuadros de la exposición al Museo

Rápidamente comenzamos las primeras gestiones para conformar un equipo de trabajo capaz de conseguir el objetivo propuesto. Aunque lo intuíamos, por entonces no teníamos constancia de que el Ayuntamiento de Plasencia se había propuesto también llevar a cabo una exposición en ese mismo sentido; en ese momento no se habían dirigido a nosotros para explorar la posibilidad de unir esfuerzos, como tampoco lo habían hecho en 2016 con motivo del centenario de Vicente Paredes, en que se perdió una buena ocasión de llevar a Plasencia parte de su legado que se conserva en el Museo de Cáceres.

Entre las primeras medidas que tomó el equipo técnico del Museo encargado de la exposición, entonces formado por los conservadores Ana García Martín y José Miguel González Bornay, además de quien esto firma, fue pergeñar una lista aproximada de las obras que deberían estar en la exposición. Teníamos claro que, descartada la idea de traer de Nueva York el original de la obra de Sorolla, no sólo por lo que hubiera costado, sino sobre todo porque ya estuvo en España en 2009 y la Hispanic Society no hubiera accedido al préstamo, teníamos que centrar nuestros esfuerzos en conseguir que en nuestra exposición se reunieran, por vez primera desde 1917, los tres cuadros preparatorios que Sorolla pintó en Plasencia y el que así mismo elaboró su colaborador Santiago Martínez. No fue nada fácil averiguar el paradero de todos ellos, ni tampoco convencer a sus propietarios de la idea de desprenderse de sus cuadros durante un periodo de más de un mes. A pesar de todo, ya el 27 de enero salieron por correo las solicitudes dirigidas a los dueños de la “Vista de Plasencia” y de “Retrato de la Marcelina” acompañadas de un documentado “Facility Report” en que el Museo expone sus condiciones de conservación, seguridad y manipulación para tranquilidad de los propietarios.

Montaje del cuadro de La Marcelina de Joaquín Sorolla

Nuestra intención fue siempre que la muestra no fuera sólo una exposición artística, sino que queríamos abordar otros temas, cómo se gestó el cuadro “El mercado”, cuáles fueron las impresiones que Sorolla recibió de Extremadura o cuál fue la impronta que dejó en nuestra región. Por ello, contamos desde el principio con excelentes colaboradores para la redacción del catálogo de la exposición y la selección de las obras a exponer; me refiero a Roberto Díaz Pena, autor de una magnífica tesis doctoral sobre Sorolla y la fotografía, excelente conocedor de la obra del artista valenciano y de su implicación con la fotografía, que para nuestra suerte es actualmente compañero en el Centro de Artes Visuales Helga de Alvear de Cáceres, y por supuesto me refiero también a mi amigo Juan Jesús Sánchez Alcón, autor de este blog entre otras muchas cosas, la persona que mejor conoce y puede hablar sobre Montehermoso y sus tradiciones, y por tanto el más indicado para reconstruir la parte montehermoseña del cuadro de Sorolla, que a fin de cuentas iba a ser lo más esencial de la exposición. Con Roberto y Juan Jesús tuvimos una memorable reunión de trabajo en Montehermoso, en la que quedó establecido el esquema de lo que iba a ser el catálogo con los textos de ellos dos, más el del autor de estas líneas.

Quiso también la suerte que el 27 de febrero apareciese por el Museo un artista británico afincado en España, Daniel Davies Llewellyn, hoy ya nuestro amigo. Ese día, la periodista Paula Almonacid hablaba en nuestro museo sobre “El traje de Montehermoso: de Sorolla a la pasarela Cibeles”, y Daniel se encontraba en Cáceres tomando imágenes para su proyecto en el que sigue los pasos de Sorolla cien años después. Nos habló de sus fotografías y nos encandiló de tal manera que le pedimos contar con algunas de ellas para la exposición y con un texto suyo que finalmente se incluyó en el catálogo.

Minucioso trabajo el que se llevó a cabo para garantizar en las mejores condiciones la exposición de las obras, bocetos, cartas y fotografías.

Gracias al excelente conocimiento que Roberto Díaz tiene de la colección del Museo Sorolla, el 24 de febrero ya solicitábamos a ese museo madrileño una amplia relación de 32 fotografías, 26 dibujos, 3 bocetos y 5 cartas autógrafas de Sorolla, que formarían la esencial parte documental de la exposición, gracias a la cual han podido verse en Cáceres por vez primera los estudios a lápiz y los gouaches que le sirvieron para la obra final, así como un buen número de fotografías inéditas de cómo eran Plasencia, Mérida y Cáceres en 1917. Para esas fechas, también habían dado fruto nuestras pesquisas y, una vez localizados los propietarios de la obra “Piara de cerdos” de Sorolla y “Retrato de montehermoseña” de Santiago Martínez, les remitimos nuestra solicitud de préstamo recibiendo una excelente acogida.


A primeros de marzo, cuando comprendimos que el Ayuntamiento placentino enfocaba sus actuaciones del año Sorolla hacia otros derroteros, solicitamos a la Diputación Provincial de Cáceres el préstamo temporal de tres obras fundamentales de Juan Caldera, “Un mercado en Plasencia”, “Esperando al galán” y “La huevera”, cuadro que en realidad pertenece al Museo de Cáceres aunque está depositado en el Museo Pedrilla. Nuestra idea de ir detallando la huella de Sorolla en el arte extremeño se completó con la inclusión en la muestra de una obra de José Morales también sobre el mercado de Plasencia, que es propiedad de nuestro Museo, y con un retrato de montehermoseña de Eulogio Blasco, que pertenece a un particular cacereño. Así mismo, todo el equipo de coordinación de la muestra consideró esencial incluir cuatro fotografías de sus tipos de Montehermoso del fotógrafo José Ortiz Echagüe, y como no queríamos traer una copia moderna o una réplica digital, solicitamos las fotografías, positivos originales de Echagüe fechados en 1933, al Museo del Traje de Madrid, que también nos respondió muy satisfactoriamente. De esa manera, y tras las gestiones administrativas necesarias, a finales de mayo ya teníamos cerrada la lista de obras que figurarían en la exposición y concedidos todos los préstamos solicitados. Esto no hubiera sido posible si nuestro proyecto no se hubiera caracterizado por la seriedad y la profesionalidad, si no hubiéramos dispuesto de un museo dotado de las más fiables medidas de seguridad y si no hubiéramos tenido en todo momento el apoyo económico de la Secretaría General de Cultura de la Junta de Extremadura, que puso a nuestra disposición todos los recursos disponibles para que la exposición se llevara a cabo y fuera todo un éxito.

Durante el verano, llevamos adelante diferentes trámites necesarios para la exposición, como la contratación del seguro “clavo a clavo” para todas las obras elegidas y la contratación de la empresa que había de encargarse del transporte y el montaje de la muestra. Al mismo tiempo, gestionamos los permisos necesarios para publicar las fotografías que ilustraron el catálogo, tuvimos que pedirlos a la Hispanic Society of America, donde nuestro amigo Patrick Lenaghan nos dio todas las facilidades, y también a la Universidad de Navarra, la Biblioteca Nacional y Visual Entidad de Gestión de Artistas Plásticos (VEGAP). Cuando tuvimos todos los permisos pudimos por fin contratar la edición del catálogo con una imprenta de Cáceres, gracias también a que todos los autores de los textos respondieron magníficamente con la entrega de los mismos en las fechas previstas.


A primeros de septiembre ya estaba prácticamente culminada la organización de la muestra, pero ya nos dimos cuenta de que iba a ser una ocasión irrepetible en la vida de este Museo y que nuestro público merecía lo mejor de nosotros en este proyecto. Por ello, la Secretaría General de Cultura hizo un esfuerzo extraordinario para asegurar la apertura de la exposición también en horario de tardes, algo que normalmente no hacemos por falta de medios. En paralelo, y desde el inicio del proyecto, la responsable del Departamento de Educación del Museo, Cristina Rojo Domínguez, había estado formando a nuestros guías voluntarios para las visitas guiadas que estaban programadas y había creado actividades con talleres destinadas a los escolares y a los adultos que visitarían la muestra.

Durante el referido mes de septiembre, el propietario de “La Marcelina” nos confirmó que había accedido a prestar su obra al Ayuntamiento de Plasencia durante la semana siguiente a la finalización de nuestra exposición, lo que nos hizo cambiar nuestros planes de devolución de las obras, que ya estaban trazados desde el mes anterior. El 22 de septiembre mi amigo Fernando Talaván me comunicaba que el Ayuntamiento placentino quería contactar con los propietarios de los otros cuadros para solicitarles su préstamo; dado que éstos habían reclamado el anonimato, tanto La Dirección General de Patrimonio Cultural como quien esto firma les trasladamos, por dos veces, la intención de la ciudad de Plasencia, pero finalmente los propietarios prefirieron no acceder al préstamo y mantener las fechas previstas de devolución de las obras. No obstante, la prensa mencionó que el Museo no había accedido a prestar las obras al Ayuntamiento, lo que no es cierto en absoluto.


Entre el 28 de septiembre y el 3 de octubre fueron llegando al Museo las obras prestadas para la exposición; acompañadas por nuestra conservadora Ana García, vinieron desde Asturias, Cantabria, Andalucía y Madrid. Era emocionante la llegada y el desembalaje de los cuadros, pero sobre todos ellos, nunca olvidaré la impresión que sentí cuando emergió el retrato de “La Marcelina” de la caja en que había viajado desde su punto de origen. El cuadro, como las demás obras de Sorolla, volvía a Extremadura cien años después, pero para mí era como un viejo amigo al que hacía mucho tiempo que no veía; desde su embalaje, y luego al colgarla, Marcelina me hablaba con los ojos y casi podría asegurar que ella y su autor, se alegraban del retorno, aunque fuera por sólo un mes y medio. Posteriormente, pasaríamos unas memorables jornadas durante la fase del montaje, departiendo con las compañeras venidas del Museo Sorolla y del Museo del Traje como correos de sus obras, que culminó con la llegada de Daniel Davies la misma víspera de la inauguración, trayendo personalmente sus fotografías; cada desembalaje era como un cariñoso reencuentro.

Llegó el gran día de la inauguración, el 11 de octubre, con asistencia de la Secretaria General de Cultura y de la alcaldesa de Cáceres; cuánto nos hubiera gustado contar también con el alcalde de Plasencia, y así se lo hicimos saber, pero no le fue posible su asistencia. Con nuestra sala de exposiciones llena a rebosar, hicimos un primer recorrido con las autoridades y nos dimos cuenta desde el primer momento de que la muestra funcionaba muy bien y respondía a lo que habíamos querido contar, qué vio Sorolla en Extremadura, por qué eligió Plasencia y por qué el cuadro “El mercado” es como es, y sobre todo, qué enorme huella dejó el genial artista valenciano en nosotros mismos, los extremeños, a la hora de representarnos simbólicamente como pueblo, como puede apreciarse en la obra de artistas posteriores, como Ortiz Echagüe, Juan Caldera, Eulogio Blasco o José Morales. La prensa regional y nacional se hizo amplio eco de la exposición, algo realmente infrecuente cuando se trata del Museo de Cáceres, Radio 5 emitió una entrevista que resume el espíritu de la muestra, a la que se puede acceder en este enlace y Canal Extremadura TV también le dedicó unos minutos en su programa Muévete.

Intervención de Roberto Díaz Pena en el ciclo de conferencias con el tema “Joaquín Sorolla y la gestación plástica de “Extremadura. El mercado”.

También el catálogo nos dio una gran satisfacción, no sólo por la calidad de sus textos, muy acertados en la explicación de todos los contenidos de la muestra, sino también por el excelente resultado final, fruto de un gran trabajo de Ana García Martín, de los autores de los textos y de la imprenta encargada. No hace falta decir que se vendieron numerosos ejemplares durante el mes y medio que duró la muestra, y gracias a los intercambios que el Museo mantiene con bibliotecas, universidades y museos de toda España y del extranjero, hoy puede consultarse en más de trescientos centros públicos de referencia.

A lo largo de la exposición, entre el 11 de octubre y el 26 de noviembre, fue constante la llegada de los visitantes. Los colegios se agolpaban para traer a sus alumnos e incluso teníamos lista de espera para poder recibirlos; las visitas guiadas que programábamos, gracias al excelente y desinteresado trabajo de los guías voluntarios se sucedían sin descanso y los talleres para escolares y adultos se desarrollaron con gran éxito. En total, 23.869 personas desfilaron por la exposición, llegándose a registrar colas para el acceso a la sala, algo sin precedentes en nuestro museo. También el 18 de octubre recibimos la visita del Presidente de la Junta de Extremadura, D. Guillermo Fernández Vara, que no quiso perderse la exposición y nos acompañó con gran interés por las obras expuestas y por el sentido de la muestra.

Intervención de Juan Manuel Valadés Sierra en el ciclo de conferencias con el tema “El papel de Sorolla en la fijación del traje regional extremeño”.

Uno de los eventos fundamentales desarrollados a lo largo de la muestra fue el miniciclo de conferencias que ofrecimos en el Museo el día 9 de noviembre, en el que Roberto Díaz Pena, Juan Jesús Sánchez Alcón y un servidor tuvimos oportunidad de exponer el fruto de nuestras investigaciones sobre cada uno de los aspectos abordados en los textos del catálogo. Roberto nos ilustró maravillosamente sobre “Joaquín Sorolla y la gestación plástica de Extremadura. El mercado, Juan Jesús nos trajo la palpitante historia montehermoseña en su charla “Los montehermoseños en el cuadro Extremadura. El mercado’ de Joaquín Sorolla”, y quien esto escribe centró su intervención sobre “El papel de Sorolla en la fijación del traje regional extremeño”.

Pero como en esta vida nada dura para siempre, llegó el 26 de noviembre y la exposición quedó clausurada; atrás quedaban meses de trabajo, de planificación, de tareas administrativas, de escritura y reescritura de guiones, textos y comentarios de las obras, de tareas de montaje y conservación, de preparación de talleres, visitas guiadas, atención a grupos y a la prensa, pero todo estuvo bien empleado para lograr el objetivo de ofrecer a todos los extremeños, y al resto de visitantes, un documentado y emocionado recuerdo de la visita que Sorolla nos hizo en 1917 y su posterior eco en nuestra cultura.

Intervención de Juan Jesús Sánchez Alcón en el ciclo de conferencias con el tema “Los montehermoseños en el cuadro “Extremadura. El mercado’ de Joaquín Sorolla”

Entre el 27 y el 29 de noviembre las obras fueron volviendo a sus destinos de origen, a manos de sus generosos propietarios, sin quienes hubiera sido imposible el proyecto. “La Marcelina” tuvo una semana más para disfrutar de la compañía de los extremeños en su estancia en el Ayuntamiento de Plasencia, y el 28 de noviembre, el Ayuntamiento de la ciudad inauguraba en la Plaza Mayor la muestra “Sorolla en Plasencia en torno a El Mercado”, con grandes lonas con fotografías de una serie de obras. Muchas de las fotografías de esas obras habían sido tomadas directamente de los originales en la sala del Museo de Cáceres durante nuestra exposición gracias a nuestra colaboración, aunque eso no se mencionó ni tampoco tuvimos la honra de ser invitados a la inauguración de la muestra.

En fin, la exposición “Extremadura en la mirada de Sorolla. 1917-2017” ha pasado ya a la historia del Museo de Cáceres como la que probablemente sea la más importante de su larga trayectoria, y como la mejor manera de celebrar nuestros primeros cien años de existencia; ha marcado un hito en la vida cultural de la región y nos ha deparado gran cantidad de maravillosas experiencias que sólo de una manera pálida y parcial creo haber logrado reflejar en estas líneas.

Juan M. Valadés Sierra
Director del Museo de Cáceres


Juan Manuel Valadés Sierra, Director del Museo de Cáceres y Juan Jesús Sánchez Alcón con algunas de las obras de la exposición. El cuadro "Mercado de cerdos", la reproducción del cuadro "El Mercado", el cuadro "Vistas de Plasencia" con la Catedral y el puente de Trujillo...y debajo a la izquierda con el cuadro de "La Marcelina". La modelo es Marcelina Domínguez Garrido, todos ellos de Joaquín Sorolla. Abajo a la derecha el cuadro "Campesina de Montehermoso" de Santiago Martínez Martín (discípulo y ayudante de Sorolla), la modelo es Matilde Galindo Carpintero. Un gran recuerdo de mi visita a la exposición.


Fotografías cortesía de José Vidal Lucia Egido y Museo de Cáceres



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