La Velá de San Blas
La fiesta comienza al atardecer del
día 2, fiesta de las Candelas. Los Negritos (ahora sin tiznar, y con
indumentaria normal) acuden a casa de los mayordomos, que los obsequian con
vino, aguardiente y dulces caseros. Después cuando las campanas tocan a “La
Velá”, toda la comitiva se dirige hasta la iglesia, donde acuden a recoger al
sacerdote y le bailan “La Zapateta”, danza que parece dedicada a rendir
honores. Luego al son de pasacalles del tamboril, y escoltados por los velones
de los mayordomos, se dirigen a la ermita de San Sebastián, donde repiten le
misma danza.
Al terminar continúan su procesión por
el pueblo hasta llegar a la ermita de San Bartolomé, morada habitual del Santo.
Allí a la puerta del templo repiten el mismo ofertorio de danzas entre vivas y
cohetes. Luego ya dentro, Los Negritos se animan a bailar “La Zapateta” uno a
uno, mientras los demás le acompañan con las castañuelas. El primero que se
anima a salir es El Palotero, pero los demás no le dejan y cada vez que lo
intenta un miembro del grupo lo empuja y ocupa su lugar. Aquí también se
alienta todo el mundo y bailan desde veteranos componentes de los negritos,
(embriagados de fe) hasta personas que se dejan llevar por tan singular rito.
Al terminar todos, El Palotero se
decide a bailar, pero sus compañeros no le acompañan y como sus castañuelas son
de corcha y no suenan, les pide ayuda. Todo esto ocurre a la luz de los velones
de los mayordomos, que terminado el acto conducirán a la comitiva por el mismo
recorrido de año tras año. Los negritos y los mayordomos son a continuación
invitados por los mayordomos salientes, que entregaron la llave de la ermita a
los actuales en la misa del año nuevo entrante. Antiguamente el grupo se
quedaba toda la noche de “Alborá”, cantando canciones y avisando con pequeños
toques en las puertas a antiguos mayordomos, de que después del día de San Blas
visitarían sus casas para bailarles la “Zapateta”.
Los Negritos de San Blas "Tradición
Centenaria"