En el
verano de 1927, Montehermoso vivió un acontecimiento que marcaría un hito en su
historia cultural, la visita de la Escuela Oficial de Cerámica Artística de
Madrid. Fundada en 1911 bajo la dirección del reconocido ceramista Francisco
Alcántara Jurado. Esta prestigiosa institución eligió nuestro pueblo como
escenario para un curso de verano, con el objetivo de sumergir a sus alumnos en
las raíces más profundas de la cerámica tradicional española. La elección de
Montehermoso no fue casual; su rica tradición en la artesanía y su
idiosincrasia única ofrecían el marco perfecto para el aprendizaje y la
creación artística.
Acompañados
por destacados profesores como Aniceto García, Manuel Gómez y Máximo Rodríguez,
los estudiantes se adentraron en el estudio de las técnicas y motivos cerámicos
propios de nuestro pueblo. Con el barro plasmaron la esencia de Montehermoso en
sus obras, modelando, pintando y fotografiando las escenas más típicas del
pueblo y sus habitantes. Durante la estancia de la Escuela Cerámica de Madrid en
Montehermoso, recibieron la visita del historiador placentino Joaquín Rosado
Munilla.
El resultado
de este intenso periodo creativo fue una exposición de gran envergadura,
inaugurada el 25 de noviembre de 1927 en el Salón de Exposiciones del
prestigioso Círculo de Bellas Artes de Madrid. La muestra reunió más de 400
obras de pintura y escultura, realizadas no solo en Montehermoso, sino también
en Paris y en otros rincones de España como La Alberca, Valle de Ansó y Ágreda.
Estas obras ofrecían una visión de la riqueza y diversidad de la cerámica
española, mostrando cómo cada región aportaba su estilo y técnicas únicas a
este arte ancestral.
Entre
las piezas más destacadas de la sección escultórica dedicada a Montehermoso,
sobresalía un majestuoso bajorrelieve de Emeterio Valiente titulado "La
vida agrícola de Montehermoso". Esta obra, junto con otras como "Los
desposados" de Manuel Gómez, "El viejo murmurador" de
Manuel Eguía y "La arriscada montehermoseña" de Julián Ortiz,
completaban un conjunto que capturaba con maestría la esencia, idiosincrasia
y el carácter de nuestros paisanos, y sus costumbres típicas.
La
exposición que reunía los trabajos realizados por los alumnos de la Escuela
Oficial de Cerámica Artística de Madrid, tras su estancia en diversos puntos de
España, contó con una presencia de excepción. A tan importante exposición
acudió la infanta doña Isabel, acompañada de la señorita Margot Bertrán de Lis.
La relevancia del evento atrajo a la alta sociedad madrileña, convirtiendo la
inauguración en un acontecimiento social y cultural de gran envergadura.
A su llegada, la recibieron el marqués de Argüeso, presidente del Círculo, y los miembros de la Directiva don Eduardo Chicharro, don Marceliano Santa María, don Juan Gómez Renovales, don Alberto F, Blanco, y, en representación de la Escuela de Cerámica, su director, don Francisco Alcántara; profesores y una representación de alumnos. El protocolo y la cortesía presidieron el recibimiento, dando la bienvenida a una figura de la realeza que se mostraba siempre interesada en las manifestaciones artísticas de su país.
La
infanta contempló detenidamente las obras expuestas, interesándose vivamente
por los trabajos realizados en Montehermoso, en Paris, en La Alberca, en Ansó y
en Val de San lorenzo. Su mirada recorrió cada una de las piezas, deteniéndose
en los detalles y en la técnica empleada por los jóvenes artistas. La Infanta
Isabel, mostró un gran aprecio por el talento y la originalidad de las obras
expuestas, especialmente aquellas que reflejaban la riqueza y diversidad de las
tradiciones cerámicas españolas.
Los Modelos de la Escuela de
Cerámica en Montehermoso
Felicia
González Pulido, una joven montehermoseña, se convirtió en una de las musas de
los artistas visitantes. Junto a otros vecinos de nuestro pueblo, posó para ser
retratada y pintada. Quedando plasmada en pinturas y retratos que capturaban no
solo su apariencia física, sino también el espíritu de Montehermoso y nuestra
indumentaria tradicional. Más allá de las técnicas y los estilos artísticos,
este curso fue un encuentro entre artistas y vecinos que se convirtieron en
protagonistas de las obras, poniendo rostro a la vida cotidiana del pueblo.
Desde
la Escuela de Cerámica de Madrid se llevó a cabo una gran labor en el estudio
de las artes populares y de lo auténtico que aún quedaba en los pueblos
españoles. Para ello, se seleccionaban aquellos lugares que habían conservado
de manera más fiel sus costumbres ancestrales. Pueblos donde el tiempo parecía
haberse detenido y donde las tradiciones se transmitían de generación en
generación.
Con el
objetivo de que los alumnos tuvieran un contacto directo con estas tradiciones,
la Escuela organizaba residencias de estudiantes en distintos lugares de España
durante los veranos. Estas estancias eran auténticas inmersiones culturales en
las que los jóvenes artistas convivían con los lugareños, aprendiendo de sus
saberes y técnicas. Equipados con cámaras fotográficas, pinceles y barro, los
estudiantes capturaban la esencia de cada lugar, desde los trajes regionales
hasta los objetos cotidianos, pasando por los paisajes y la arquitectura
tradicional.
En
muchas de las cientos de charlas con nuestro mayores y en diversas jornadas de
investigación, anotaba con inusitada sorpresa los datos que me aportaban
algunas personas que me hablaban de unos pintores que vinieron a Montehermoso
con muchas señoritas que causaron sensación en el pueblo. Anoté de un señor
importante que se quedó en casa de don Tiburcio el médico. De los retratos y pinturas
que hacían a la gente. De cómo les hacían posar horas y horas, y la fatiga que
pasaban al permanecer quietos. Y me hablaban de aquellos calores sofocantes que los montehermoseños a duras penas
soportaban. Y todo ello lo situaban a finales de los años 20.
Por
estas fechas, en el verano del año 2019 estaba investigando datos sobre la
tradición de Las ánimas Benditas en nuestro pueblo, me entrevistaba con algunos
de los que siendo niños participaron en esta singular celebración. Uno de ellos
era Félix Clemente González, con el que tuve tres días varias entrevistas
relacionadas con este hecho. En una ocasión mientras teníamos una de nuestras
conversaciones, su esposa, Angustias Mesa Gil, sacó del baúl de los recuerdos
un conjunto de fotografías familiares. Entre ellas, se encontraba una imagen
que me llamó poderosamente la atención, una joven mujer, con la mirada llena de
vida y ataviada con el traje tradicional de Montehermoso.
Fue
Lili Clemente Mesa, hija de Félix y Angustias, quien me reveló la identidad de
la joven de la fotografía, su abuela, Felicia González Pulido. Según Lili, su
abuela solía contar que, siendo joven, unos señores habían llegado al pueblo
para hacer fotos y pintar, y que a ella le hicieron una fotografía mientras un
señor la pintaba. En ese momento, una chispa de curiosidad se encendió en mi
interior.
Mi
investigación dio un giro inesperado al toparme con un tesoro oculto, una
fotografía antigua que conectaba a Montehermoso con un importante
acontecimiento artístico del pasado. Aquello supuso una emoción
desbordada para mí. Intrigado por esta revelación, comencé a cotejar
fechas y datos. Pronto descubrí que este hecho había tenido lugar en el año
1927, con motivo de un curso organizado por la Escuela Oficial de Cerámica
Artística de Madrid.
La
fotografía de Felicia González Pulido es, sin duda, un fruto de aquellas
jornadas de investigación artística. Su imagen, fijada en el tiempo, nos
conecta de manera íntima con un pasado que, hasta hace poco, parecía perdido en
la memoria colectiva. Este hallazgo ha reavivado mi interés por aquella época y
me ha impulsado a profundizar en la investigación sobre el impacto que tuvo la
visita de la Escuela de Cerámica de Madrid en nuestro pueblo, un acontecimiento
que con el tiempo se había olvidado por completo y que mi empeño y
perseverancia ha rescatado del olvido.
Durante
mucho tiempo fui indagando hasta encontrar el rastro de tan sublime evento
histórico en varias publicaciones, que no sin gran esfuerzo, y en una ardua
tarea de horas, días y años logré por fin constatar.
Adjunto artículo publicado en el diario Nuevo Día del 27 de julio de 1927 en el que habla de la visita de la Escuela Oficial de Cerámica Artística de Madrid a Montehermoso.
Procedentes de Madrid, llegaron días
pasados a esta villa, el director de la Escuela Oficial de Cerámica Artística,
don Francisco Alcántara, con los profesores de dicha escuela, don Aniceto
García, don Manuel Gómez y don Máximo Rodríguez y un grupo de gentiles señoritas
alumnas de la Escuela. El objeto de esta excursión es la de estudiar la cerámica
regional y las notas típicas de Montehermoso, que encierra numerosas bellezas,
todas ellas interesantísimas bajo el aspecto artístico.
La personalidad del señor Alcántara
es sobradamente conocida, no solo como director de esta escuela, sino como
cronista de “El Sol”, donde ha hecho interesantes campañas de crítica artística.
El pueblo de Montehermoso ha
tributado un cariñoso recibimiento, lleno de simpatía, a los profesores y
alumnos, multiplicándose todos los vecinos para proporcionales cuantas
facilidades son factibles para la misión que les ha traído. Especialmente el
presidente del Comité de Unión Patriótica y reputado médico don Tiburcio
Garrido, se desvive y multiplica para hacer grata la estancia en Montehermoso a
los ilustres visitantes.
Los excursionistas se muestran
encantados de su estancia, especialmente el señor Alcántara quien está
dispuesto a que durante el cursillo veraniego que efectúan, los alumnos
trasladen al lienzo, a la modelación y a la fotografía las innumerables belle-
zas de la población y de sus alrededores, así como la típica nota de los trajes
locales llenos de color y originalidad.
El director de la escuela, señor
Alcántara, se aloja en la casa solariega de los señores Garrido y los profesores
y alumnas en los domicilios de las personas más significadas de la localidad,
rivalizando unos y otros en agasajar a sus huéspedes y hacerles más grata la
estancia en este pueblo.
Reciban todos los huéspedes de
Montehermoso, el más cordial saludo del Ayuntamiento y del pueblo, deseándoles
éxitos en sus trabajos artísticos, que servirán para engrandecer a España en el
extranjero, por donde se difundirá principalmente.
A. BLASCO ÁLVAREZ
Julio de 1927
Nuevo día: Diario de la Provincia de Cáceres: Año II Número 280 - 1927 Julio 27