Transcripción de un artículo aparecido en el periódico
Nuevo Dia en junio de 1930 para conocer la historia de la época contada desde el
punto de vista de Cayetano Molina en su visita a Montehermoso.
De este viaje hay constancia de su azarosa aventura al cruzar el río del que pondré una continuación. En el enlace de abajo aparece la noticia resumida de toda esta peripecia:
Año 1930: del viaje de Cecilio, popular
montehermoseño, dueño y chofer de un automóvil que dedicaba a transportar gente
desde Plasencia a Montehermoso y de Cayetano Molina. Después de una azarosa
aventura por tortuosos caminos que con pericia Cecilio sorteaba, cruzaron el
río Jerte en Barca para luego ir a Valdeobispo y pasar allí la noche. Al día
siguiente inician de nuevo la andadura y pasaron por las Huertas de Gorronoso
con más do 200 casas habitadas por gente de Valdeobispo y Montehermoso. Y allí
ven a un grupo de hortelanas montehermoseñas engalanadas con la gorra de espejo
a la cabeza. Al llegar a La Barca, Cecilio solía dejar el automóvil allí
aparcado y cruzaba en La Barca para luego llevar a la gente al pueblo en
caballerías. Pero resulta que Cayetano no podía montar en caballerías, por lo
que Cecilio que era un buenazo, decide cruzar esta vez el coche en La Barca. El
camino estaba muy malo, pero ese no era el problema. Al llegar a las Cuestas de
Valdefuentes el automóvil se negó a tanto suplicio y allí se quedó, por lo que
tuvieron que llegar a Montehermoso andando, no sin buenos sudores y echar cinco
descansos para echar un cigarro. Del resto de la historia ya os contaré más
adelante.
https://montehermosocultural.blogspot.com/2018/01/datos-sobre-la-historia-de-montehermoso.html
Ahora pasamos al artículo.
AL PASAR
Montehermoso va resolviendo sus
problemas fundamentales
Una triste noticia me dan cuando llego al pueblo; un hombre bueno, leal, cariñoso, filántropo, que de todos era querido, hacía dos días que había bajado al sepulcro; el día 10 de Mayo entregó su alma a Dios el que en vida se llamó don Tiburcio Garrido Alba, en lo mejor de su existencia, pues sólo contaba 42 años. Si la desolada viuda y los pequeñuelos que quedan sin padre le lloran, de algún lenitivo a su justificado dolor puede servirle ver cómo todas las clases sociales de Montehermoso han sentido como cosa propia la muerte del médico inteligente, del hombre de corazón sano y alma buena.
La filosofía del pueblo es clara, su lógica indestructible; “hay hombres que no deberían morirse nunca”, es la expresión puesta en todos los labios montehermoseños, refiriéndose al finado; y ese, en verdad, es el mejor funeral, la más sublime apoteosis de una vida, porque nace del alma del pueblo, que no miente nunca.
Montehermoso, como todos los pueblos, tiene sus problemas que va resolviendo; los fundamentales son el camino que enlazará con la carretera de Plasencia-Alberca, y que se está construyendo; y próximo a terminarse el trozo que llega al río Alagón, y los edificios escolares ya en funciones, que con su correspondiente material pedagógico les ha costado 44.000 pesetas, sin que todavía hayan recibido auxilio del Estado, convenido de antemano.
Una de las buenas cosas que revelan lo excelente que es la administración municipal en este pueblo, es que la dehesa boyal se labra participando en esa labor todos los vecinos; nada de privilegios ni favoritismos; los beneficios de la colectividad justo es que a todos alcancen.
Durante la actuación del Directorio, desempeñaron la Alcaldía, en distintas épocas, don Inocencio Garrido Alba y don Nicanor Gutiérrez Clemente; el mayor beneficio en el orden moral, aparte de las ventajas materiales que se han obtenido en este pueblo, con el nuevo régimen, es que las pasiones y las luchas políticas que engendraban los odios han desaparecido y los montehermoseños, sin perjuicio de conservar cada uno su peculiar ideología y manera de pensar, se llevan como verdaderos hermanos, que es en realidad lo que debe ser.
¡La política para los políticos! Para los pueblos la paz, que es como se progresa.
En la actualidad desempeña la alcaldía don Ruperto Garrido Álvarez, hombre positivamente enamorado del bienestar y engrandecimiento de Montehermoso, secundado por todos los que integran el Municipio y asesorado por el culto y joven secretario don Antonio Prieto, natural de Villa del Campo, lindo pueblo comarcano, pero a quien preocupan con vivo interés todos los problemas del pueblo, cuya Secretaría desempeña.
La enseñanza está bien atendida, pues funcionan cinco escuelas oficiales, dos de cada sexo, y una de párvulos, y problema social no existe porque aquí la riqueza se encuentra muy repartida; no existen grandes capitalistas, pero tampoco hay pordioseros. Generalmente ocurre que en los pueblos que entre unos cuantos tienen acaparada la riqueza, la mayoría no tenga nada y los indigentes y condenados a una vida de estrecheces sean numerosos; bajo este punto Montehermoso marcha bien y afortunadamente marchará mucho mejor el día que se lleve a la práctica la canalización del río Alagón, proyecto que tienen y que una vez realizado el incremento de la riqueza será fabuloso.
Proyectan, por etapas, ir arreglando las calles, cosa que no realizan de momento por el gran gasto que ha efectuado este Municipio, tanto en las escuelas como en el camino vecinal, y a pesar de ello, todas las atenciones se encuentran cubiertas, todas las obligaciones cumplidas y cuentan con algún activo; todo ello significa que aquí se hace una administración, no sólo honrada, sino acertada a la vez.
El Juzgado municipal lo desempeña con gran acierto don Moisés Garrido Lorenzo, hombre de gran cultura, y existe mucho espíritu religioso en este vecindario, que fomenta con su persistente apostolado el actual virtuoso párroco, don Sergio Holgado Escribano.
Aquí estuvo con numerosos alumnos de la Escuela de Cerámica, realizando valiosos estudios, el que fué su llorado director ilustre, don Francisco Alcántara, cuya muerte fué una pérdida dolorosa para el Arte, y antes también estuvo el insigne Sorolla, que creó uno de sus mejores lienzos, con los típicos trajes montehermoseños.
Recientemente se ha constituído un Sindicato católico, cuya actuación es de esperar proporcione beneficios a todo el vecindario.
Se celebran en Montehermoso, dos ferias de ganados, ambas muy concurridas; una en Junio y otra en Septiembre.
Las otras costumbres son muy honestas en todos sus aspectos; pueblo laborioso y trabajador, come bien y se cumple aquello de “alma sana en cuerpo sano”.
Los montehermoseños son eso precisamente: sanos de alma y cuerpo.
Esto
es al menos lo que pude observar cuando allí estuve.
Cayetano MOLINA
Miajadas, Mayo 1930.