MIRANDO HACIA ATRÁS
Cuentan de un cojo, que un día,
muy despacio caminaba;
y a mayores le agravaba
que tropezaba y caía
cada tres pasos que daba.
¡Viniendo al suelo decía!
¿habrá en el mundo quien pueda
soportar desdicha tanta?
del suelo su cuerpo alzando
con fatigada porfía,
vió que otro cojo venía
y por el suelo arrastrando
con dos muñones sangrando
frente a él se lo ponía,
diciendo con frenesí.
¿Sufres quebranto?
pues no te apoyes en mi
porque yo soy cojo y manco.
Aniceto Garrido Retortillo